La ciencia y la medicina avanzan sin parar y de hecho cada vez más se hacen cosas impensables. Ya se habla de hacer trasplantes de cabeza o de prolongar la vida un gran número de años. Algunos incluso dicen que pueden conseguir la inmortalidad en pocos años. Por supuesto, todavía nos queda tiempo para ver estas cosas como algo habitual. Es un camino que se tarda mucho en recorrer. Sin embargo, en el pasado la búsqueda en hacer cosas que parecen imposibles era algo que muy normal. Solo tenemos que fijarnos en la novela de Frankenstein de Mary Shelley donde se divagaba con la idea de resucitar a los muertos. ¿Podría haber realmente un verdadero Frankenstein?
Como veremos a continuación, hay muchos científicos que son considerados el verdadero Frankenstein. Intentaron hacer cosas que nos puede dar escalofríos, pero aparte de temas éticos y morales, fueron innovadores en su campo. Estos son algunos de los más conocidos.
Indice de Contenidos
- 1 – El verdadero Frankenstein pudo ser Johann Dippel
- 2 – Luigi Galvani y la reanimación de cadáveres
- 3 – Giovanni Aldini y la continuación de los experimentos de Galvani
- 4 – Andrew Ure y sus intentos por vencer a la muerte
- 5 – Sergei Bryukhonenko y su relativo éxito
- 6 – Robert J. White y su trasplante de cabeza
1 – El verdadero Frankenstein pudo ser Johann Dippel
Johann Dippel nació precisamente en un sitio llamado el castillo de Frankenstein en el sur de Alemania. ¿Qué más hace falta para ser el verdadero Frankenstein? Por si fuera poco, sus prácticas eran poco menos que inquietantes. Nació en una familia muy religiosa donde su padre era pastor. Aun así desde muy pequeño cuestionó la iglesia, lo que le trajo varios problemas. A los catorce años fue acusado de estar en contacto con espíritus y entes demoníacas. Estudió teología aunque muy pronto se interesó por la ciencia y la alquimia.
Se interesó especialmente por transformar los metales y convertirlos en oro, algo que es la base de la alquimia. Sin embargo, también experimentó con extrañas pociones para prolongar la vida y otras cosas. Una de sus invenciones fue un aceite animal al que puso su propio nombre. Era el aceite de Dippel y lo hacía con ingredientes como cuero, sangre y marfil. Decía que este elixir prolongaba la vida, aunque también valía para mantener alejados a los demonios.
Aunque el decía que su pócima podía curar todas las enfermedades y prolongar la vida, a el no le sirvió de mucho. Decía que podría vivir hasta los 135 años bebiendo su pócima pero lo cierto es que murió a muy pronto. El éxito de su elixir se fue con el a la tumba. Curiosamente su pócima fue usada de nuevo durante la segunda guerra mundial, donde se usaba para envenenar pozos de agua y que el enemigo no pudiera beber.
2 – Luigi Galvani y la reanimación de cadáveres
Si tenemos que elegir un verdadero Frankenstein entonces posiblemente Luigi Galvani se llevaría el premio. De hecho, Mary Shelley se inspiró en Galvani para escribir su novela. Quizá hayas oído hablar del galvinismo, y es precisamente Luigi Galvani el que lo creo ese concepto. Hizo varios experimentos usando electricidad para estimular la vida. Los hizo en la segunda mitad del siglo 18 cuando la electricidad todavía era algo nuevo y con un gran potencial.
La idea de reanimar cadáveres le vino cuando en uno de sus experimentos hizo moverse a una rana muerte. Durante una tormenta eléctrica la electricidad estática era muy fuerte, y al tocar a la rana con unas tijeras eléctricas saltó una chispa. Con esto pensó que los animales producen la electricidad por ellos mismo. Esto lo confirmó con más experimentos, y se pudo ver que el los organismo vivos pueden generar descargas eléctricas. Hay que reconocer que Luigi Galvani fue una inspiración para muchos otros científicos, aunque obviamente nunca llegó a resucitar un cuerpo muerto.
3 – Giovanni Aldini y la continuación de los experimentos de Galvani
Giovanni Aldini fue el sobrino de Luigi Galvani y estaba impactado con los experimentos de su tío. Por este motivo decidió tomar el relevo de Galvani y seguir haciendo los mismos experimentos con electricidad. Sin embargo, en lugar de usar ranas utilizó vacas y cerdos. Les aplicó todo tipo de descargas eléctricas y según varios documentos hizo que se movieran en espasmos. Por supuesto, no tardó mucho en pensar en hacer las pruebas con humanos.
En el caso de hacer experimentos con cadáveres humanos creo un generador especial con cientos de discos metálicos. Se puede decir que era una pila gigantesca pensada para revivir a los muertos. Estos experimentos no los hizo en una mazmorra en medio de una noche de tormenta. Lo hizo durante el día frente a una audiencia en la ciudad italiana de Bolonia. Aunque consiguió hacer que los cadáveres se movieran (lo cual horrorizó a los testigos e incluso hubo desmayos), no conseguía revivir el corazón.
Aparte de todo esto, Aldini se dio cuenta que había una ventana de tres horas para que los cadáveres reaccionaran a la electricidad. Decidió que le hacía falta un cadáver que hubiera muerto recientemente y no hubiera perdido mucha sangre. La solución era buscar una persona ejecutada mediante ahorcamiento. Su búsqueda tuvo éxito y le fue entregado el cuerpo de un criminal ejecutado llamado George Foster.
La reanimación de George Foster
El experimento con George Foster fue uno de los más terroríficos que se habían hecho. Según los informes de la época, donde se incluían los de Aldini. Cuando fue aplicada la electricidad al cuerpo, la mandíbula de Foster se empezó a mover descontroladamente. Su cuerpo se contorsionó en posturas antinaturales y uno de los ojos llegó a abrirse. Las convulsiones eran tremendas y en un momento dado todos los presentes pensaron que iba a revivir.
Lo que pasó es que la gran batería que estaba suministrando la electricidad se paró, y Foster quedó inmóvil de nuevo. Parece que George Foster murió por segunda vez ese día. La gente se quedó tan asustada con lo que había visto que se prohibió a Aldini el volver a repetir esa clase de experimentos. ¿Hubiera podido tener éxito en ciertos casos? Nunca lo sabremos.
4 – Andrew Ure y sus intentos por vencer a la muerte
Andrew Ure fue un químico y filósofo escocés y también se interesó sobre hacer que los muertos volvieran a la vida. Había sido un cirujano militar y tenía buenos conocimientos de la anatomía humana. De la misma manera que hizo Aldini, buscaba una persona que hubiera sido ejecutada por ahorcamiento. Tuvo su oportunidad con un criminal llamado Matthew Clydesdale, el cual había sido ahorcado públicamente en Glasgow. Nada más morir fue llevado al departamento de anatomía donde Andrew Ure ya estaba esperando con el generador eléctrico preparado.
Hay varias versiones de lo que pasó con el experimento. Según dijo un testigo, el cadáver de Clydesdale se reanimó por completo y estuvo incluso consciente de lo que pasaba a su alrededor. Cuando acabó el experimento el cuerpo dejó de moverse y según el testigo el propio Andrew Ure le cortó el cuello con un bisturí para asegurarse de que estaba muerto.
Sin embargo, otro testigo dijo que la escena fue dantesca. La electricidad se aplicó a la espina dorsal, el diafragma y las caderas. El cuerpo empezó a moverse como una marioneta e incluso le pegó una patada a un ayudante de Andrew Ure. Parecía que respiraba y volvía a la vida por completo. Lo peor fueron las muecas que hizo con la cara, ya que mostró varias emociones en muy poco tiempo. Hizo gestos de terror, rabia, desesperación e incluso sonrió frente a todos los que estaba ahí. Algunos espectadores tuvieron que salir de la sala porque no lo aguantaron. Algunos acabaron vomitando y otros desmayándose.
Gracias a este experimento tenemos los desfibriladores
Por muy horrible que nos haya parecido este último experimento y los otros, hay que recordar que ayudaron mucho a la medicina. En el caso del experimento de Andrew Ure se pudo avanzar en la creación de los desfibriladores, los cuales han salvado un gran número de vidas. La forma en que reavivó el cadáver poniendo los electrodos, es como hoy en día se usan los desfibriladores. De esta manera se puede reavivara a personas clínicamente muertas por una parada cardiaca.
5 – Sergei Bryukhonenko y su relativo éxito
Una de las cosas que hizo fue demostrar que podía mantener órganos vivos y funcionales fuera del cuerpo. Lo hizo usando sangre oxigenada que pasaba por los órganos. Consiguió hacerlo con pulmones, corazones e incluso cerebros. Al principio usó animales, sobre todo perros y se conoce sobre todo su trabajo con cabezas separadas del cuerpo y el tiempo que las consiguió mantener vivas. Al principio se le consideraba un científico loco por lo que hacía, pero ganó una gran fama sobre su innovadora ciencia.
Cuando llegó el momento de hacer los experimentos con humanos, la cosa cambio. Los resultados no gustaron a Sergei Bryukhonenko. Le habían dado el cuerpo de una persona que se había suicidado colgándose. Lo que hizo fue ponerle un par de sondas por donde pudiera pasar la sangre con oxigeno. Lo hizo a una vena y una arteria, que iban conectadas a una máquina de su creación llamada autojektor. A las pocas horas notó un latido del corazón y luego algunas más.
Lo que no se esperaban fue el cadáver empezara a emitir sonidos de sofoco saliendo de su garganta. En un momento dado del experimento el muerto abrió los ojos y empezó a mirar a todos los asistentes. Fue tal el susto que apagaron el autojektor y dejaron que la naturaleza siguiera su curso.
6 – Robert J. White y su trasplante de cabeza
Uno de los experimentos más recientes del tipo Frankenstein fue el de Robert J. White. En este caso lo que hizo fue hacer un trasplante de cabeza de un mono a otro mono. La idea es que algún día se pudiera hacer lo mismo con humanos. Cuando trasplantó la cabeza al cuerpo decapitado del otro mono, observó que podía ver, oír, oler y saborear. De esta manera se podrían usar cuerpos en perfecto estado para poner cabezas humanas si se necesitaba.
Aunque el mono seguía vivo, muchos de los científicos del momento criticaron el experimento de White. Lo primero que dijeron es que el mono se había despertado confuso, en pánico y sobre todo con un terrible dolor. La organización en defensa de las animales PETA también intervino, condenando este experimento. White defendió su trabajo diciendo que los trasplantes de órganos una vez también se vieron como algo antinatural. Incluso puso al Frankenstein de Mary Shelley como ejemplo de lo que decía.
Sin embargo, por la presión tuvo que detener estos experimentos. Robert J. White murió en el 2010 sin haber hecho más pruebas de este tipo. ¿Pudo haber sido el verdadero Frankenstein? Lo cierto es que iba en camino de hacerlo.