Como en todas las culturas, existen supersticiones que varían dependiendo del lugar donde estemos. Algunas nos pueden parecer ridículas y otras nos pueden asustar de verdad. Cada lugar intenta explicar ciertas cosas dando su propia perspectiva, aunque algunas veces deja más dudas que aclaraciones. Las supersticiones japonesas intentan explicar lo desconocido en cosas vivas. Es una cultura rica en todo lo que se refiere al mundo sobrenatural, y algunas se adentran en lo más oscuro de lo paranormal. Si no sabías nada de las supersticiones japonesas, es un buen momento para aprenderlo.
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Perderse de noche
Según se dice, lo sobrenatural era una amenaza grande para los que viajaban por la noche. Era tan real como lo podían ser los bandidos o los animales salvajes. A no ser que se llevara algún tipo de luz artificial, la única luz que había era la de la luna y las estrellas. Por eso muchos viajeros se perdían en la oscuridad. La superstición lo escenificó como un monstruo que se interponía en el camino de los viajeros. Se trata del Yokai, y solía ser invisible aunque podía bloquear las rutas. Esto hacía que el viajero tuviera que buscar un camino alternativo. Era un truco para que los viajeros se perdieran.
Aunque se cogiera un camino diferente, este muro invisible volvía a aparecer volvía a bloquear al viajero. Esto hacía que pudiera estar perdido durante días. La creencia de que este ser podía impedir que la gente viajara de noche se originó en Japón. Sin embargo, se sabe que esta superstición existe en otros sitios como Nueva Guinea. Aunque hay variaciones, la historia viene a ser la misma.
Huellas misteriosas en una habitación vacía
Las casas grandes en el Japón antiguo normalmente tenían las habitaciones separadas por pantallas de papel corredizas. Seguro que hemos visto esto en más de una película. Esto hacía que cualquier ruido pareciera que venía de cualquier lado. Cuando el sonido de pisadas venía de una habitación vacía, la superstición entraba en juego. Este efecto de sonido hizo que se creara un espíritu llamado zashiki-warashi, el cual habitaba en algunas casas antiguas.
En este caso, este se decía que este espíritu era una presencia infantil que vivía en las habitaciones vacías. Aparte de los sonidos de pisadas, algunas personas aseguraron haber visto a esta presencia. Lo curioso es que también se creía que no era maligno, y que traía la buena fortuna y prosperidad a los que habitaban en la misma casa que él. Por desgracia, cuando el espíritu se iba, se llevaba esta buena suerte de la casa. Se cuenta una historia donde una familia vivía con un zashiki-warashi y se hicieron ricos. Cuando el espíritu se marchó, toda la familia murió al comer equivocadamente setas venenosas.
Se piensa que este espíritu de la buena fortuna y la desgracia es una forma de explicar la subida y caída de muchas familias prosperas en el pasado.
Otra superstición con relación a esta son ruidos inexplicables viniendo de la casa. En algunas ocasiones incluso puede temblar. Los ruidos sin explicación se hicieron parte del folclore japonés. Hay que recordar que los terremotos siempre han sido habituales en Japón, y se les daba un sentido sobrenatural
La superstición de los niños desaparecidos
Podía haber varias razones por la desaparición de niños en la antigüedad, pero las supersticiones japonesas las justificaban con un monstruo llamado Ubume. Se trataba de una criatura en forma de pájaro que se podía convertir en una mujer para raptar niños. Se creía que estaba formado por los espíritus de mujeres que habían muerto al dar a luz. Su vínculo con sus bebés perdidos les daba la necesidad de conseguir niños de cualquier manera.
Lámparas de aceite perdidas
En el antiguo Japón se usaban lámparas de aceite para ver de noche. Cuando se tenía que trabajar de noche eran imprescindibles. Se solía usar aceite de pescado para encenderlas, y para los que trabajaban de noche la desgracia era que atraían a ratones y cucarachas. Se bebían el aceite y apagaban las lámparas. Esto les hacía perder el tiempo encendiéndolas de nuevo. Cuando desaparecía más aceite de la cuenta, la superstición hacía de las suyas. Se pensaba que era debido a un monstruo llamado himamushi-nyudo.
Se decía que alguien que malgastaba su tiempo libre podía convertirse en uno de estos seres. Básicamente se convertía en un sorbedor de aceite. De alguna manera asociaba la presencia de cucarachas a este monstruo. De hecho, se pensaba que podía tomar la forma de una cucaracha gigante.
Los escalofríos nocturnos
En el pasado, no tenían los sistemas de aislamiento y calefacción que tenemos hoy. Esto hacía que las antiguas casas japonesas fueran muy frías en invierno. Los techos de las casas eran bastante altos y oscuros por la noche. Las supersticiones de la época sugerían que el frío del invierno y la oscuridad eran causados por un espíritu llamado Tenjo. Este ser flotaba en la parte superior de las casas y bajaba la temperatura, oscureciendo el techo. Se pensaba que se pasaba la noche chupando el techo con su larga lengua, aunque en lugar de limpiarlo lo ensuciaba aún más.
No se sabe de dónde salió esta curiosa superstición, y lo cierto es que mezclar oscuridad y frío invernal con espíritus no tiene mucho sentido. De todos modos, en aquella época la gente era más crédula, por lo que no es de extrañar que hubiera tantas historias como esta.
La sensación de sentirse vigilado
En el antiguo Japón, buscar cobijo en una casa abandonada podía estar bien para protegerse de los elementos, aunque como hoy podía ser una experiencia inquietante. Mucha gente decía que estando en una casa abandonada durante la noche, habían tenido la sensación de estar vigilados. En algunas variaciones de esta superstición se creía que era la propia casa la que vigilaba a sus huéspedes. Dicho de otra manera, la casa era una entidad en sí misma.
El misterio de las desapariciones
Según el folclore japonés, los animales comunes solían ser algo diferente a lo que aparentaban. Por ejemplo, los zorros tenían fama de ser los causantes de muchos hecho s sobrenaturales. Normalmente creían que solo hacían travesuras sin importancia, pero también podían hacer cosas más siniestras. Se pensaba que los zorros se convertían en hermosas mujeres durante la noche para seducir a los hombres y alejarlos de sus familias.
Caer al vacío
Que alguien pudiera caerse de vez en cuando parece que no tenía mucho sentido para los japoneses en la antigüedad. Por tanto, pensaban que era un espíritu el que provocaba estas caídas. Los Kamaitachi eran grupos de entes que viajaban movidos por el viento y podían infringir cortes y arañazos. Se solían mover en grupos de tres a una gran velocidad. El primero se encargaba de tirar a la víctima al suelo mientras que los otros dos lo arañaban al caer. Lo cierto es que se piensa que se explicaba de esto modo heridas que no se sabía cómo se habían hecho.
Parálisis del sueño
Comparado a otros países, la parálisis del sueño parece ser más común en Japón. De todos modos, se piensa que es algo más cultural que genético. De hecho, hay muchos blogs y programas de televisión sobre este fenómeno. El sueño de los japoneses está más condicionado para caer en esta situación comparado con otras partes del mundo. Esto ha hecho que se crea que son los espíritus lo que provocan esta reacción al dormir.
Lo cierto es que hay mucha gente que ha dicho que ha podido ver fantasmas y espectros estando en este estado. La creencia es que los niños parecen estar más protegidos si están abrazados a sus peluches. Lo cierto es que es un fenómeno que está muy extendido y se siguen teniendo diferentes opiniones sobre la parálisis del sueño, algunas de ellas sobrenaturales.