En España tenemos historias negras como en cualquier otra parte del mundo. Tanto en la actualidad como en el pasado podemos encontrar episodios de crímenes y terror que han servido para hacer novelas y películas. Uno de los más famosos y quizá más olvidados es sin duda el caso del Manuel Romasanta, el cual es conocido como el único “hombre lobo” español que se ha conocido.
Los hombres lobo son algo que ha estado presente durante siglos. Tenemos varios ejemplos, como son la bestia de Gévaudan o la bestia de Barmston Drain. En el caso de España esté el caso de Romasanta, el cual ya en su día inspiró la novela de Patrick Suskind “El perfume”.
La historia de Manuel Blanco Romasanta es la de un asesino en serie español que nació hace dos siglos y mató a mas de una docena de personas.
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El origen de Romasanta

Manuel Romasanta nació en 1809 y su parto fue bastante complicado. Según los documentos que se tienen fue prematuro y los médicos tuvieron problemas en confirmar su sexo. Después de algunas deliberaciones decidieron que era una niña. El bebé sobrevivió al parto y fue bautizada y llamada Manuela.
Romasanta fue criado como una niña recibiendo la educación esperada para tal género en esa época. Sin embargo, cuando tenía seis años los médicos comprobaron que se habían equivocado con su sexo. Después de algunas pruebas comprobaron que era de género masculino y por tanto le cambiaron el nombre a Manuel. Sin embargo, el daño ya estaba hecho y la confusión en la mente de Romasanta le afectaría para siempre.
En su edad adulta Romasanta se dedicó a la venta ambulante, por lo que siempre estaba en moviéndose de un lado a otro. Este detalle le ayudaría a cometer sus crímenes en diferentes partes de España y pasar desapercibido.
Los crímenes del hombre lobo de Allariz

Otro de los apelativos que se le dieron a Romasanta fue el del hombre lobo de Allariz. Sus crímenes eran tan horrendos que la gente pensaba que había una bestia suelta por los bosques de la península ibérica. ¿Cuándo empezó a matar Romasanta? El primer asesinato ocurrió en 1844 en la provincia de León. El cuerpo de un hombre fue encontrado en el bosque y el comisario Vincent Fernández fue el encargado de investigar el crimen.
Cuando ocurrió el asesinato Manual Romasanta estaba en la zona vendiendo sus productos. Algunos testigos dijeron que el muerto y Romasanta habían estado juntos en los días previos al crimen. Por tanto, fue detenido y llevado a juicio. Sin embargo, nunca confesó nada, aunque finalmente fue condenado a diez años de prisión por su supuesta participación en el crimen.
Llegados a este punto, no se sabía si Romasanta había sido el asesino directo del hombre. Sabiendo lo que hizo después se piensa que si pudo haber sido el asesino. De hecho, los años en prisión no le pararon para que siguiera cometiendo atroces crímenes.
La salida de prisión y el comienzo de su reino del terror

Cuando Romasanta salió de la cárcel se asentó en un pueblo llamado Rebordechao en la provincia de Orense. En esta localidad se dedicó a pequeños trabajos como la venta de bisutería y comida que el mismo preparaba. La venta de la bisutería le acercó sobre todo a las mujeres.
Al cabo de algún tiempo empezaron a ocurrir cosas extrañas en la localidad de Rebordechao. Algunos vecinos empezaron a desaparecer y nunca más fueron vistos. Sin embargo, lo más terrible fue cuando empezaron a aparecer algunos cuerpos horriblemente mutilados. Estaban tan mal que era difícil reconocerlos.
La gente del pueblo no tardó en relacionar a Manuel Romasanta con los crímenes. No hacía falta ser un lince para saber que había sido la última persona en asentarse en el pueblo, que fue cuando empezaron las desapariciones. De hecho, Romasanta tampoco intentaba disimular demasiado. Por ejemplo, le había visto intentado vender bisutería a una de las mujeres que luego apareció muerta.
El arresto de Romasanta

Cuando Romasanta fue arrestado ya habían desaparecido muchas personas y se habían encontrado unos cuantos cadáveres. Se empezaron las investigaciones que había matado al menos a nueve personas. Según avanzaban las pesquisas se iban descubriendo nuevas cosas de este monstruo. Es cuando la gente le empezó a llamar el hombre lobo de Allariz.
Se empezaron a correr rumores de que Romasanta incluso había fabricado jabón con la grasa y los huesos de sus víctimas. En poco tiempo el caso de Romasanta se hizo conocido en todo el país y quedó demostrada la culpabilidad de este asesino en serie. Todo estaba preparado para el juicio por los crímenes cometidos.
El juicio a Manual Romasanta

Cuando empezó el juicio, todo el mundo estaba atento a como sería juzgado este terrible monstruo. Todo el mundo se sorprendió cuando Manual comenzó diciendo al jurado que realmente era un hombre lobo, tal como se estaba diciendo entre la población. Incluso dio una explicación científica a su condición de licántropo, la cual no tenía ninguna base.
Aunque hoy en día esas alegaciones de ser un hombre lobo serían consideradas supercherías, en aquellos tiempos había mucha superstición. En cuatro de las víctimas se habían encontrado marcas de dientes y garras de un animal. Esto hacía pensar que podía haber algo sobrenatural en los asesinatos.
Sin embargo, todas las demás víctimas de Romasanta tenían las claras señales de haber muerto por manos de una persona. Fue suficiente para que se le condenara a muerte mediante el garrote vil. Parecía que el destino de este asesino en serie estaba ya sellado. Sin embargo, parece que Romasanta aparte de ser un asesino y un hombre lobo, también era alguien con mucha suerte.
La conmutación de la pena de muerte a Romasanta

Fue tal la repercusión del juicio de los crímenes de este supuesto hombre lobo, que la entonces reina de España Isabel II se interesó por la historia. Romasanta tuvo el mayor golpe de suerte de su vida cuando la realeza se interesó por el juicio. Isabel II se había quedado muy sorprendida con todo lo que se estaba contando, pero sobre todo por las supuestas transformaciones de Romasanta en lobo.
La reina creyó a Romasanta sobre su licantropía e intercedió por el cuando fue condenado. Lo primero que hizo fue conmutar la pena de muerte que le habían puesto. En lugar de ejecutarlo, dio la orden de que fuera encerrado en una celda para el resto de su vida. Así daría la oportunidad de que médicos y científicos pudieran estudiar este singular caso de licantropía.
Manuel Romasanta fue objeto de estudio durante el resto de su vida. Sin embargo, dio poca información a la ciencia ya que nunca se convirtió en hombre lobo estando en cautividad. A los diez años de estar prisionero Romasanta murió en su celda debido a un cáncer de estómago en 1863. Claramente no era un hombre lobo, pero fue considerado como tal durante muchos años.