Nadie quiere pasar por la cárcel por todo lo que implica la experiencia. Aparte de perder la libertad, supone estar entre toda clase de delincuentes y tener que convivir con ellos mientras dure la condena. También hay que seguir unas normas de comportamiento establecidas, sin contar con el estigma social que tiene haber estado encarcelado. Hoy en día las cárceles han cambiado mucho, y poco tienen que ver con las prisiones antiguas.
Las cárceles antiguas eran mucho más duras en el pasado, y de hecho era costumbre meter a todo el mundo en el mismo sitio. Daba igual que se hubiera robado comida o matado a alguien, porque todos eran encerrados en los mismos recintos. Muchas veces ni siquiera eran celdas, sino grandes salas donde se hacinaban los presos.
Mucha gente no sabe que hace solo 300 años las cárceles en Europa eran muy diferentes a las actuales. Lo mismo ocurre con las prisiones antiguas de otras partes del mundo, como por ejemplo Estados Unidos, Australia, Asia, etc. Para dar una idea, en el siglo 16 muchas veces los presos eran metidos en un mismo edificio, y no salían hasta que eran juzgados o castigados. Daba igual si el preso fuera ejecutado o tuviera que pagar una multa, porque estaban en el mismo espacio (como si de un estadio de futbol cubierto se tratara).
El problema era que tener prisiones donde los presos estaban en una gran superficie, no era efectivo. Solía ser muy problemático y difícil de controlar si había rencillas y peleas. Por tanto, se empezó a pensar en un modelo más eficiente donde las prisiones estaban más estructuradas. Los presos estarían separados dependiendo del crimen que habían cometido. También se volvió al uso de celdas para mantener a los presos encerrados si hacía falta.
¿Pero como eran estas prisiones antiguas? ¿Cómo se diferenciaban a las actuales que tenemos en occidente? Lo cierto es que las cárceles de ahora son auténticos hoteles de lujo si las comparamos con las prisiones de antes.
Indice de Contenidos
1 – La higiene en las prisiones antiguas (o la falta de ella)
Podemos imaginar que el tema sanitario en las cárceles antiguas no era la mejor del mundo. Antes de las reformas penitenciarias que llegaron entre el siglo 18 y 19, no había demasiado control sobre la higiene en las prisiones. Solo se preocupaban cuando se detectaban infecciones o enfermedades que podían convertirse en una epidemia.
En muchas prisiones había problemas de hacinamiento, y muchos presos llegaban con enfermedades contagiosas. Usualmente dormían unos al lado de otros, y muchas veces solo tenían un par de cubos para que todos hicieran sus necesidades. La propagación de ciertas enfermedades era casi inevitable, y una de las que más problemas dieron en prisiones antiguas fue el tifus.
La ventilación de estas prisiones solía ser pésima, por lo que el aire se hacía irrespirable y ponzoñoso. Si el olor tenía que ser insoportable, el contagio de otras enfermedades como la tuberculosis era habitual.
Las autoridades actuaban cuando el número de presos contagiados de alguna enfermedad era muy alto. Se intentaba aislar a los contagiados, lo cual normalmente significaba dejarles en algún rincón para que murieran. Hay que recordar que la alimentación y el acceso a agua limpia eran muy limitados en estas prisiones antiguas. Esto significaba que el sistema inmune de los reos no era muy bueno.
2 – El problema del hacinamiento
Como se ha comentado, las cárceles hace algunos siglos eran simples edificios donde se metía a los que habían cometido delitos. Se ponían a unos guardias armados y se daba a los presos de comer y beber una vez al día (con suerte alguna más). Los criminales eran metidos en estas cárceles sin preocuparse demasiado del número o las condiciones que tenían.
Sin embargo, llegaba un punto en que las cárceles estaban tan llenas que había que hacer algo. Inglaterra encontró una solución cuando en sus prisiones apenas cabían más personas. Decidieron enviar los presos a sus colonias en otras partes del mundo. Durante muchos años, Gran Bretaña envió un gran número de presos a Australia y Estados Unidos.
El envío de presos a colonias en otras partes del mundo se consideraba una especie de exilio. No solo lo hizo Inglaterra, sino que también lo hacía Francia o España cuando tenía colonias en sitios lejanos.
Según las colonias se fueron independizando, esta opción ya no era posible. En el caso de Gran Bretaña, finalmente ya no pudieron enviar más presos a Australia y América. Esto provocó que la saturación de las prisiones volviera a ser un grave problema. Lo que hicieron fue construir más prisiones, aunque unas eran para reeducar a los delincuentes comunes y otras para los presos más peligrosos.
Las cárceles para los criminales más duros se construyeron cerca de los puertos. El motivo era que había un nuevo plan para solucionar la masificación de prisiones. Los ingleses decidieron usar viejos barcos de guerra para que sirvieran de cárceles, y los llamado “hulks”. Estos barcos ya habían servido para trasladar a los presos a Australia, por lo que ya estaban más o menos acondicionados.
3 – Los barcos prisión ingleses (hulks)
Los grandes barcos militares que se usaban para trasladar prisioneros a las colonias eran muy útiles. No solo liberaban espacio en las cárceles inglesas sino que era una forma de expulsar a los “indeseables” de la sociedad. El problema pasaba a ser de los que estaban en sus territorios al otro lado del océano.
Cuando enviar presos a las colonias ya no fue una opción, estos barcos prisión denominados “hulks” siguieron su labor, pero de otro manera. En lugar de servir para el traslado de prisioneros, se convirtieron en “campos de trabajo” para presos, solo que en el mar.
Los prisioneros que eran enviados a estos barcos cumplían su pena trabajando, y luego por la noche eran encerrados en instalaciones comunitarias dentro del barco. Cuando se usaban los barcos para transportarlos, tenían que ir en pequeñas celdas camarote donde apenas cabía la hamaca donde dormían. Se podía decir que pasaban su condena en altamar y en semilibertad.
La idea era que estuvieran controlados mientras que estaban alejados de la sociedad. Las normas y disciplina eran muy duras, como si fueran de la armada británica. Sin embargo, también se les permitía ciertos privilegios como andar libres por el barco, hablar entre ellos e incluso hacer pequeños trapicheos e intercambios.
Los trabajos consistían en limpiar el barco, encargarse de su mantenimiento, cocinar, limpiar canales de navegación, cargar y descargar mercancías en los puertos y otras tareas parecidas. Se les daba la oportunidad de aprender a leer y escribir, lo cual era una opción para reinsertarse. El trabajo era muy duro y los castigos por desobedecer eran bastante desagradables.
Aun así, muchos presos preferían esto a estar en una prisión llena de gente y suciedad. Comían tres veces al día y estaban la mayor parte del tiempo al aire libre. Aunque la comida no era muy buena, era mejor que la que les esperaba en una prisión cerrada.
No todo eran ventajas, ya que había problemas de infecciones y enfermedades en este tipo de barcos. En más de una ocasión hubo brotes de cólera y otras enfermedades. También había muchos heridos durante los trabajos, lo cual era peligroso al no ser un ambiente muy insalubre. Aparte de esto, hay que recordar que había criminales muy peligrosos en el barco, lo cual ocasionaba más de un problema.
Finalmente los barcos prisión “hulks” desaparecieron en 1855. El problema de la saturación volvió como nunca antes, y de hecho fue peor. Se había relegado tanto en los barcos prisión que se descuidaron las prisiones que había en tierra. No se habían construido muchas más, y las que se habían hecho eran de pequeño tamaño.
4 – La corrupción en las cárceles antiguas
Se habla mucho de la corrupción en muchas prisiones del mundo, incluso cuando se trata de todo el sistema penitenciario. Es cierto que siempre ha existido corrupción en diferentes prisiones, incluso en las de países considerados del primero mundo. Sin embargo, en las prisiones antiguas la corrupción se convirtió en un verdadero problema.
Durante el siglo 19 se habían hecho muchas reformas en temas de prisión, y esto se había extendido a muchos países. Sin embargo, los nuevos sistemas también atrajeron a los que veían que se podía ganar dinero. Se hizo muy común catalogar a los presos por el dinero que tenían, y así cobrarles por su “estancia” en prisión.
Básicamente se seleccionaban a los prisioneros y los que podían pagar al sistema penitenciario, tenían mejores celdas, comida y comodidades. Los que provenían de posiciones más humildes y sin dinero, iban a las peores celdas y con las peores condiciones.
Al entrar en muchas prisiones se ofrecía este trato especial y lo que costaba. La mayoría de las veces era la familia la que se encargaba de hacer los pagos y que la estancia del preso fuera lo mejore posible. Estos pagos normalmente eran hechos por los propios carceleros, aunque había casos donde los jefes de la prisión estaban involucrados. No todas las familias eran ricas, pero preferían pagar lo que tuvieran para hacer la condena del preso algo mejor.
La práctica de cobrar a los presos o sus familiares se hizo bastante común en muchos sitios. El problema era que muchas veces había abuso y los carceleros acaban cobrando por cualquier cosa que se les ocurriera. El preso estaba en su poder y por tanto podían cambiar las tarifas según quisieran. Muchas familias acaban teniendo grandes deudas con las prisiones al cabo del tiempo.
Esta forma de corrupción se prolongó durante años, pero con los nuevos sistemas se controló muchos más. Eso no significa que haya desaparecido. Hoy en día siguen siendo una práctica muy común en prisiones de ciertas partes del mundo.
5 – La reinserción de los presos por aislamiento
La idea de reinsertar a los criminales en las prisiones antiguas también existía. De hecho, se usaban métodos muy curiosos que hoy en día están totalmente descartados. En el siglo 19 se puso en marcha un sistema que había nacido en Estados Unidos, y trataba de hacer que el prisionero se diera cuenta de las cosas malas que había hecho.
¿Cómo hacer que un preso se arrepienta de sus crímenes? El sistema consistía en aislarle y que pensaran en sus acciones. Puede parecer algo infantil pero el sistema penitenciario americano pensó que era una buena idea, y lo pusieron en marcha. La idea que tenían en Estados Unidos en el siglo 19 era que los criminales y delincuentes lo eran por no haber tenido una rígida disciplina.
Los nuevos sistemas penitenciarios creían en la reinserción de los presos. Además de eso, también se estaba imponiendo un mejor trato a los prisioneros con motivos humanitarios. Los duros castigos estaban desapareciendo, y en su lugar había nuevos sistemas basados en la educación y concienciación.
El método del aislamiento trataba de separar al prisionero de sus compañeros y cualquier influencia negativa. De hecho, cuando tenían que salir al patio, los prisioneros tenían que llevar capuchas para no verse. Tampoco podían hablar entre ellos, por lo que la soledad tenía que ser total. Esto puede parecer un método de tortura hoy en día, pero en ese momento pensaban que era terapéutico.
Los presos tenían que asistir a la capilla todos los días y de alguna forma expiar sus pecados. Ni siquiera en misa podían estar juntos y hablar, por lo que se les ponía alejados entre si. Solo podían hablar para cantar las canciones religiosas de la misa.
Finalmente el método de aislamiento dejó de usarse porque vieron que los resultados eran terribles. Hubo muchos problemas psicológicos entre los presos y también suicidios. Finalmente se descartó el sistema del aislamiento y se buscaron otros métodos con menos riesgo para el individuo.
Otro de los sistemas que se usaron en aquella época fue el “método del silencio”. Aunque era parecido al del aislamiento, lo presos podían estar juntos pero no podía decir ni una sola palabra. Sin embargo, en otras prisiones se usaba el silencio como castigo en los presos más rebeldes. Era una forma de “aislar” el preso de sus compañeros, y si hablaba el castigo sería mayor.
6 – Las cárceles giratorias
Con el cambio en la forma de hacer prisiones, se probaron muchas cosas curiosas. Cuando se dieron cuenta que tener a todos los presos es grandes espacios no era efectivo, se usaron celdas para mantenerlos controlados. En el siglo 18 una de las prisiones que se idearon fue bastante curiosa, que era giratoria.
La idea era que en una sala centrar se crearan unas grandes ruedas separadas en celdas. Podía girar y así los guardias verían constantemente a los prisioneros sin tener que apenas moverse. Esto harías que las fugas fueran más difíciles de realizar.
Las celdas giraban gracias a unas manivelas que podían usar los guardias. Sin embargo, el sistema tenía algunas pegas. Por ejemplo, las celdas solo se podían abrir de una en una ya que había que alinearla con la parte que no tenía rejas. Por este motivo no era un sistema muy seguro para los presos en caso de incendios u otros incidentes.
El sistema de las prisiones giratorias se hicieron populares por algún tiempo, y se establecieron varias cárceles de este tipo. La estructura de las celdas que giraban fue modificándose según se construían en diferentes partes. Se hicieron bases de celdas de varias plantas, donde cada una de ellas giraba por su cuenta. En cada rueda cabían varios presos en celdas triangulares (como las porciones de pizzas).
Uno de los problemas que vieron era el aislamiento que tenían los presos. El que compartieran la celda dos presos tampoco era solución, ya que eran muy pequeñas. Muchos presos se auto inflingían heridas o incluso amputaciones al meter una extremidad entre las rejas al girar. Aun así, este tipo de prisiones duraron hasta los años sesenta en Estados Unidos.
La última cárcel giratoria en el estado de Iowa fue eliminada debido a un incidente que hubo en una de las celdas. Uno de los presos murió en una de las celdas, y la casualidad hizo que el tambor giratorio se estropeara. El cadáver del preso estuvo dos días en su celda, junto a los demás presos que estaban en esa rueda. En lugar de arreglar el mecanismo se retiró, y dejó de usar este sistema.