Las guerras son horribles y no nos cansamos de repetirlo en este blog. Sin embargo, incluso en los peores momentos de un conflicto, siempre se ha buscado el modo de encontrar maneras para animar a la gente. En la segunda guerra mundial los que más necesitaban ser animados eran los soldados, y que mejor manera de hacerlo que con la música.
Durante la guerra en cualquier batallón había una orquesta o grupo de soldados que sabían tocar instrumentos. Esto daba buenos momentos a todos los que estaban alejados de sus casas luchando y muriendo en el conflicto. Sin embargo, según la segunda guerra mundial se recrudecía, el gobierno de los Estados Unidos decidió cortar el suministro de instrumentos musicales a las tropas desplazadas en Europa.
El motivo de dejar de enviar estos instrumentos a las tropas americanas en Europa, fue que se empezaron a usar todos los recursos para enviar materiales, como cobre, hierro, etc. Todos los recursos eran esenciales y los instrumentos de música no eran imprescindibles.
Sin embargo, el gobierno americano también era consciente de que los soldados necesitaban tener un entretenimiento. Entonces surgió un proyecto donde los fabricantes de pianos Steinway & Sons hicieron un modelo especialmente pensado para las tropas de la segunda guerra mundial. Eran los modelos G.I. Steinways, los cuales recibieron el apodo de pianos de la guerra.
La idea de enviar pianos a zonas de guerra
La compañía Steinway & Sons tenían una gran reputación haciendo pianos de todo tipo. Los pianos eran un instrumento muy popular en aquellos tiempos ya que todos podían cantar canciones a su alrededor y pasar un buen rato. El problema era el volumen que tenían estos instrumentos. Aun así, había que buscar una forma de hacer los envíos usando los menores recursos posibles.
El plan propuesto fue lanzar los pianos de la guerra en paracaídas a todos los sitios donde hicieran falta. Para ello los fabricantes de estos instrumentos tuvieron que cambiar su forma de construirlos para que pudieran resistir el viaje en avión y el ser lanzados desde el aire en paracaídas.
Los pianos de la guerra de Steinway & Sons no eran como los que se podía ver en otros sitios. Para empezar, no tenían patas, ya que se romperían al tomar tierra. También tenían capas especiales para resistir al agua, climatología y a los insectos. En general se quitó todo lo que fuera metálico dentro de lo posible. De esta manera eran mucho más ligeros y se podían transportar con más facilidad. Con estos cambios, los pianos podían ser lanzados a cualquier sitio desde un avión y sobrevivir al viaje.
Otra de las características de estos pianos de la guerra eran sus colores. En aquella época la mayoría de pianos eran de color negro o marrón. Sin embargo, los G.I. Steinways se pintaron de azul, gris y verde oliva.
El resultado de la operación piano
Al finalizar al guerra el fabricante Steinway & Sons había construido cinco mil pianos para ser enviados a las zonas de guerra. Sin embargo, solo 2500 fueron enviados al frente, y la otra mitad acabaron en colegios e iglesias. Aun así, los que llegaron a los puntos de conflicto bélico demostraron ser algo increíble para los soldados, los cuales tenían estos pianos como verdaderas joyas.
Quedaba claro que estos pianos creaban grandes momentos de diversión donde más se necesitaba. Muchos soldados hablaban de esto después de la guerra y los buenos momentos que pasaron. Recordaban como se reunían alrededor de los pianos como si estuvieran en un pub bebiendo y cantando. Hay que recordar que muchos de los que se reunían junto a estos pianos para cantar canciones de moda, hablar y tomar unas cervezas, podían morir en cualquier momento.
Son muchos los testimonios que hablan de cómo recuerdan a sus compañeros de armas desaparecidos precisamente por los pianos de la guerra. Las reuniones junto a estos instrumentos son los recuerdos más fuertes que les quedaron de amigos que murieron a la semana siguiente en los siguientes meses. Muchos incluso han asociado las canciones que cantaron con grandes momentos de su periodo durante la segunda guerra mundial. Claramente la música está en todas partes y su poder nos ayuda en cualquier circunstancia, incluso en los momentos más difíciles.