Hay muchos crímenes con diferentes niveles de salvajismo y crueldad y esto es algo que lleva pasando durante siglos. Dentro de lo espantoso que es cualquier crimen sea la causa que sea, algunos son más horrendos que otros y este es el caso del crimen con hacha de Villisca. Fue tan salvaje e inhumano que el pequeño pueblo de Villisca en Iowa cambió para siempre. Este pequeño pueblo americano tuvo uno de uno de los peores crímenes que se recuerdan en Estados Unidos. Un 10 de Junio de 1912 ocho personas murieron en una casa asesinados por alguien que llevaba un hacha. El que cometió el crimen no perdonó ni a los niños que había en la casa.
Un hombre de negocios llamado Josiah Moore y su mujer Sara se fueron a vivir a su nueva casa después de casarse. La familia creció teniendo cuatro hijos de 11, 9, 7 y 5 años respectivamente. Eran una familia respetada y donde todo parecía que era perfecto. Iban a misa los domingos y ayudaban a la comunidad en todo lo que podían.
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Los asesinatos de la casa Moore
Los días antes del horrible crimen hubo ciertas cosas que pasaron que luego se vincularon a la muerte de toda la familia. Una mujer del pueblo de Villisca de solo dos mil habitantes fue preguntada por un hombre que no era del lugar. Quería saber donde estaba la casa de los Moore. La mujer se lo dijo a Sara Moore y ella le contestó que había visto a un hombre extraño cerca de la casa pero no lo conocía. El día anterior al crimen toda la familia estuvo en una reunión en la iglesia local, donde luego hubo charlas y actividades. Estuvieron todo el día haciendo cosas hasta que volvieron a casa a las 10 de la noche.
Parece que el crimen estuvo planeado ya que el asesino aprovechó esta ausencia para hacer cambiar ciertas cosas en la casa. La luz en aquellos tiempos era mediante el uso de lámparas de aceite, y el asesino dobló las mechas para que la llama fuera muy tenue. Cuando la familia se acostó, lo primero que hizo el criminal fue ir al dormitorio del matrimonio donde cometió los primeros crímenes. Luego subió a la segunda planta donde estaban durmiendo los niños y continuó sus horrible actos.
En el techo de cada una de las habitaciones se pudo ver como había marcas del hacha al haber sido levantada para asestar los golpes mortales. A todos les cogió por sorpresa al estar durmiendo y nadie se despertó en ningún momento. La parte buena es que parece que no sufrieron al morir cuando estaban profundamente dormidos. No solo murió la familia, sino que el criminal también mató a dos niñas que habían sido invitadas para pasar la noche. Una vecina creyó escuchar un llanto proviniendo de la casa, por lo que puede que alguna de las niñas se despertara y supiera lo que pasaba. Sin embargo, la vecino no le dio importancia y se volvió a dormir.
El ensañamiento posterior a los crímenes
El horror de los ocho personas asesinadas que había en la casa no finalizó ahí. El asesino parece que no tuvo suficiente con matarlos a todos. Después de la matanza volvió a cada una de las habitaciones para asestar al menos 30 golpes con su hacha a las víctimas. Las cabezas de los cuerpos quedaron totalmente destrozadas y luego el asesino las cubrió con las almohadas. Para finalizar su ritual, el homicidas dejó al lado de todas las camas una lámpara de aceite encendida. El siguiente paso fue cubrir todos los espejos y ventanas con mantas.
Una de las cosas más extrañas de este misterioso crimen es que lo último que hizo el asesino fue coger bacon de la cámara frigorífica y envolverlo en una toalla. Luego lo dejó en la planta baja junto a un llavero y el arma homicida. Luego se lavó las manos en la cocina y se fue cerrando la puerta con llave.
El descubrimiento de los muertos
Una de las vecinas llamada Mary Peckham se levantó como todos los días a las cinco de la mañana para hacer sus tareas. Mientras estaba colgando la colada notó que los Moore no daban señales de vida. Esto le extrañó porque por la mañana eran muy activos. Se acercó a la casa las 8 de la mañana y llamó a la puerta. Nadie respondió. La vecina llamó al hermano de Josiah Moore para contarle lo ocurrido. Mientras el hermano llegaba a la casa, Mary Peckman alimentó a las gallinas y al caballo por petición del hermano. Cuando llegó a la casa abrió la puerta y descubrió primero los cadáveres de los niños en la primera planta. Peckham fue la que llamó al sheriff del pueblo, el cual se encontró con el macabro escenario.
Se inició una investigación donde la mayor parte del pueblote Villisca se acercó a la casa para saber lo que había pasado. Después de horas de investigación los cuerpos fueron llevados a la funeraria a las diez de la noche de ese diez de Junio. Nadie tenía claro que pudo ocurrir. Se pensó que un forastero había pasado por el pueblo y había cometido los crímenes. El problema era que unos treinta trenes salían de Villisca todos los días, por lo que era difícil controlar la gente que iba y venía. Todas las investigaciones quedaron en nada. De hecho, hubo muchas rumores y teorías que no hacían más que complicar la resolución del crimen.
¿Quién fue el asesino?
Los rumores y continuos cotilleos hicieron que las teorías se prolongaran durante décadas. Nadie sabía quién había cometido el horrendo crimen y la gente no hacía más que hablar y dar su opinión. Aunque nunca se pudo capturar al asesino, hubo varios sospechosos que tenían un historial violento e incluso acusaciones por otros crímenes. Sin embargo, no eran tan terribles como lo que había pasado en la casa de los Moore Las teorías no se sostenían y no se podía detener a nadie.
Por supuesto, no faltó la teoría de que la casa estaba endemoniada y espíritus malignos habían poseído a alguien para cometer los crímenes. La casa sigue estando en pie y se ha convertido en un reclamo para turistas como la “sangrienta” casas de los asesinatos de Villisca. La teoría de que hay algo maligno en la casa sigue existiendo y de hecho algunos visitantes han notado cosas extrañas. Un turista se apuñalo el mismo estando en la casa, aunque la versión oficial fue que era un perturbado.
No es solo el apuñalamiento del visitante, ya que otras muchas personas han dicho que han escuchado voces de niños en la casa, lámparas que se movían o caían de sus estantes. Lo cierto es que la casa de la localidad de Villisca se ha convertido en otro lugar que no tiene nada que envidiar a Amityville. Si algún día vas a Iowa, no olvides pasarte por Villisca para ver esta casa maldita… puede que se la experiencia de tu vida.