¿Qué pensarías si te contamos que en los años treinta existió una verdadera isla de caníbales bajo una sociedad industrializada y moderna? Lo cierto es que existió y fue una de las épocas más oscuras del mandato de Stalin en la Unión Soviética. En la década de los treinta Joseph Stalin deportó a miles de miembros de la oposición y prisioneros con diferentes delitos. Muchos de ellos tuvieron como destino la isla de Nazino, un lugar muy aislado que luego fue conocida como “la isla de los caníbales”. Con el tiempo este episodios de la historia es recordada como la tragedia de Nazino.
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La isla de Nazino como lugar de olvido
La tragedia de Nazino comenzó en una isla remota que se encuentra en el medio de un enorme río de Siberia. La isla de Nazino estaba alejada de cualquier tipo de civilización que nos podemos imaginar. Si recordamos un poco la historia de la represión estalinista, los opositores solían ser enviados a lugares lejanos de Siberia a los conocidos Gulags. En estos campos de prisioneros por lo menos tenían alguna atención, pero en la isla de Nazino todo era muy diferente.
Stalin tenía costumbre de hacer purgas entre los posibles opositores a su régimen, incluso dentro de su propio partido. En ocasiones los opositores tenían que recibir una lección excepcional lo cual significaba su eliminación. En lugar de ejecutarlos directamente, lo cual los haría mártires a su causa, se decidía deportarlos al sitio más horrible que pudiera encontrar. Aun siendo un destierro, era prácticamente una sentencia de muerte.
Una de las opciones para hacer desaparecer a sus enemigos más odiados era enviarlos a miles de kilómetros en el medio de la nada. La idea era que estuvieran demasiado ocupados en sobrevivir para pensar en derrocarle o darle problemas. Aunque los Gulags en medio de Siberia eran muy efectivos, las millones de personas enviadas a estos lugares llenaron los campos de prisioneros. En Mayo de 1933 cinco mil personas fueron enviadas a la isla de Nazino, lo cual inició la llamada tragedia de Nazino.
La tragedia de Nazino
Cuando los cinco mil prisioneros llegaron a la isla de Nazino, las autoridades locales se vieron abrumadas ya que no había recursos ni la experiencia para acogerlos. Solo en el viaje en barco a la isla murieron más de 30 personas. Se suponía que la isla tenía que ser un campo de trabajo donde los prisioneros cortarían árboles en los bosques de la isla para así crear granjas. El problema era que en la isla no habían recibido herramientas de ningún tipo. Por otro lado, los prisioneros simplemente fueron dejados en la orilla de la isla hasta que los responsables supieran que hacer con ellos.
Para hacernos una idea de como era la isla, tenía 3 Km. de larga y medio kilómetro de ancha. La vegetación era básicamente un bosque con varias zonas pantanosas y no había edificaciones de ningún tipo. Solo había unas cuantas cabañas rústicas donde dormían los guardias y habitantes de la isla. Esto significaba que los deportados no tenían ningún sitio donde refugiarse. Para empeorar las cosas, a los pocos días otros 1200 prisioneros fueron dejados en la isla.
El terrible hambre en la Nazino
Aparte del intenso frío y la falta de alojamiento donde resguardarse de los elementos, los recién llegados se enfrentaron a la falta de alimentos. No había prácticamente nada de comer en la isla de Nazino. Las autoridades de la isla pidieron urgentemente nuevas remesas de harina y otros alimentos básicos para cubrir las necesidades. Un grupo de soldados de la isla se trasladaron a recogerlo a un campamento cercano. Los miles de prisioneros aguantaron como pudieron varios días hasta que los soldados volvieron con los suministros.
El problema fue que la misma mañana que estos soldados volvieron con los suministros, los hambrientos prisioneros se rebelaron y quisieron hacerse con los alimentos. Los soldados dispararon a los renegados matando a algunos. Las autoridades decidieron que los alimentos fueran recogidos y repartidos por capitanes designados para los prisioneros. De esta manera solo unos pocos tendrían contacto directo con los que repartían las cosas.
Sin embargo, estos capitanes eran criminales que se guardaron la comida y luego la revenían a los prisioneros. Los deportados se vieron en la misma situación apenas teniendo nada que comer. Compraban lo que podían con las pocas posesiones que habían podido conservar. La harina no les servía de mucho ya que no había hornos o infraestructura para hacer pan o cocinar. Lo que hacían era hacer una masa con la harina con agua de río y se la comían cruda.
Pronto llegó el caos y la peor pesadilla de los habitantes de Nazino
La falta de alimentos y las extremas condiciones de la isla llevo a muchos casos de disentería y otras enfermedades. En solo unas pocas semanas la gente estaba muriendo en el orden de decenas de personas. Todo esto llevó a que la isla se convirtiera en un infierno sobre la tierra. Sin apenas comida y ninguna ley que protegiera a los más débiles, los prisioneros empezaron a matarse entre si. La falta de alimento llevó a una de las pocas opciones que les quedaban: el canibalismo.
Muchas escenas fueron dantescas y hay muchos testimonios de los supervivientes que erizan el vello. Para hacernos una idea de lo que pasó, uno de los que sobrevivieron contaba esto en una entrevista años después:
“En la isla había un guardia llamado Kosita Venikov, el cual era muy joven y bastante amable. Había puesto bajo su protección a una joven y guapa muchacha que había sido deportada a la isla. Un día se ausentó de la cabaña donde se habían alojado. Un grupo de hombres cogieron a la muchacha y la ataron a un árbol. La cortaron los senos, y varias partes del cuerpo donde había más músculo para comérselo. Cuando el guardia volvió la encontró todavía viva. No pudo hacer nada para salvarla al haber perdido mucha sangre.”
Luchar para sobrevivir
La isla de Nazino se convirtió en un campo de batalla con su propia guerra interna. Los deportados empezaron a construir balsas improvisadas en un intento de huir de la isla, pero la mayoría se hundieron. Cientos de personas murieron ahogadas tratando de llegar a tierra firme. Llegar a la otra orilla tampoco ayudaba mucho ya que las condiciones para sobrevivir en la naturaleza eran muy duras y muchos murieron de frío.
De las 6200 personas que fueron enviadas a la isla de Nazino en 1933, solo dos mil consiguieron sobrevivir hasta finales de junio. En apenas dos meses se había desatado un verdadero infierno en este remoto lugar de Siberia. Gracias a algunos que habían huido de la isla, las autoridades más cercanas se enteraron de lo que había pasado. Se enviaron tropas para restaurar el orden en la isla. Los prisioneros que habían quedado fueron distribuidos por otros Gulag y la isla de Nazino ya no se volvió a usar para deportados nunca más. Muchas personas fueron comidas por otros presos en estos dos meses, por lo que se le quedó el nombre de la isla de los caníbales.