¿Te has preguntado alguna vez de porque se piensa que las patas de conejo dan suerte? Lo cierto es que el motivo no es agradable. Esta creencia viene de los tiempos de los celtas, los cuales asociaban a los conejos con la buena suerte. Creían que el animal en si daba buena suerte y no solo la pata. Al vivir los conejos en madrigueras cavadas en el suelo, los celtas pensaban que podían comunicarse con los espíritus. Hasta aquí tenemos las peculiares creencias que tenían los celtas sobre los conejos, ¿De donde salió que la pata era lo que daba suerte? Lo cierto es que esta creencia vino de otro sitio.
Las creencias de los celtas se extendieron en otras culturas, y parece ser que fueron los africanos establecidos en América los que creían que las patas de los conejos eran las que daban suerte. Pensaban que las patas eran las que daba suerte por sus hábitos reproductivos. Por eso llevar en el bolsillo una pata de conejo en el bolsillo ayudaba a tener una mayor fertilidad. Sin embargo, para que realmente diera suerte había que pasar por un proceso.
Para empezar, tenía que ser la pata izquierda del conejo. El animal tenía que haber sido capturado o matado en un cementerio. Si no fuera poco, la pata tenía que ser cortada en un día específico, el cual solía ser un viernes. También influía el tiempo que hacía, la fecha y otras cosas. Algunos historiadores han dicho que se pensaba que si el conejo era sacrificado sobre una tumba, la pata daría mucha más suerte.
Algunos asocian esto con el conejo de pascua, pero esto no tiene nada que ver. El conejo de pascua viene de unas tradiciones europeas antiguas que se esparcieron por el mundo. Por suerte, las patas de conejo que venden hoy en día realmente no pertenecen a un conejo de verdad. Son piezas de látex recubiertas de pelo sintético. Mucha gente cree que la suerte real de estos talismanes es pensar que tienen efecto. Solamente con creer que da suerte puede cambiar la mentalidad de una persona y hacerla más predispuesta al éxito. Por suerte para los conejos, ya no les cortan las patas por esta antigua superstición.