Puede que hayas escuchado cosas sobre la leyenda urbana de la silla del diablo, pero lo cierto es que hay mucha historia detrás del folclore. Si eres de España puede que hayas escuchado hablar del sillón del diablo en Valladolid, pero la silla del diablo no tiene nada que ver. Como curiosidad, en el sillón que está en la Universidad de Valladolid muriera a los dos días. Si sobrevivía, adquiría conocimientos increíbles de todo tipo. Ya dedicaremos un artículo a este peculiar sillón español.
Las historias de la silla del diablo son de origen norteamericano, y las historias tienen un motivo. Durante el siglo 19 los servicios funerarios americanos tenían una curiosa costumbre de construir sillas en las tumbas de los cementerios. No eran las típicas sillas de quitar y poner, sino auténticas construcciones donde algunas veces las sillas se tallaban en piedra.
Lo más sencillo hubiera sido poner bancos para sentarse como se hace en los parques, pero por algún motivo lo hicieron más “elaborado”. Estos asientos se construían por varios motivos, como podían ser estéticos o para que los visitantes se sentaran cuando visitaban el cementerio. Estos asientos empezaron a recibir el nombre de las sillas del diablo y lo explicamos a continuación.
Las leyendas de los asientos diabólicos
En el siglo 19 también había jóvenes que se aventuraban por la noche a los cementerios en busca de alguna experiencia paranormal. Básicamente iban a pasar un rato emocionante colándose en un sitio prohibido por la noche. Estas actividades de visitar cementerios a medianoche, eran mayores en fiestas como Halloween o incluso nochevieja.
Las visitas nocturnas dieron pie a historias que hablaban de estas sillas construidas en los cementerios. Se decía que sentarse en estas sillas a ciertas horas de la medianoche o la madrugada podía traer consecuencias. Curiosamente lo que podía pasar tiene similitudes con la leyenda del sillón de Valladolid que hemos mencionado antes. Se decía que la persona que se atreviera a sentarse en una silla del diablo podía ser recompensada por su valentía o castigada por su osadía.
No hace falta decir que era todo un desafío para la gente ir por la noche a sentarse en uno de estos asientos. Lo cierto es que hablar de la silla del diablo es erróneo, ya que hay muchas de ellas, y algunas más famosas que otras. Podemos encontrar algunas sillas muy conocidas en Vermont (Hope Cemetery), Iowa (cementerio de Unión), Missouri (cementerio Highland), Illinois (cementerio Greenwood) pero la más famosa está en Florida.
La silla del diablo en Cassadaga, Florida
La ciudad de Cassadaga es sin duda peculiar ya que es cuna de muchas leyendas e historias. Muchos la consideran la capital del mundo de espiritistas, nigromantes y aficionados a lo paranormal. Incluso el fundador de la ciudad llamado George Colby fue un médium muy conocido, el cual llegó de Nueva York para formar esta localidad. Parece ser que fundó Cassadaga a raíz de una sesión de espiritismo y hablar con un espíritu nativo americano. La silla del diablo en este lugar está en su cementerio y su estructura es bastante peculiar.
La silla del diablo de Cassadaga está fabricada de pequeños ladrillos y está entre dos tumbas. No son las únicas que existen con este formato ya que se hicieron muy populares en ciertas partes del país. Sin embargo, la que existe en Cassadaga se hizo más famosa que todas ellas por las supuestas actividades paranormales que ahí ocurren.
Se empezaron a escuchar historias de que le pasaban cosas extrañas a la gente que se sentaba mucho tiempo en la silla. Por ejemplo, le aparecían arañazos sin saber como habían sido provocados. En los años setenta la silla del diablo Cassadaga se hizo tan conocida que el cementerio era visitado por miles de personas. Muchas buscaban sentarse en la silla para saber hasta que punto eran verdad las leyendas.
Las autoridades tuvieron que poner vallas al cementerio y más medidas de seguridad para que no entraran de noche. Sin embargo, esto no paró a la gente de seguir visitando el cementerio y visitar la silla diabólica. Hoy en día se puede seguir visitando este asiento de ladrillos, por lo que si estás en Florida pásate por Cassadaga para verla o incluso sentarte… si realmente te atreves.