8 Curiosas Historias desde el Corredor de la Muerte

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En el mundo hay gente que apoya la pena de muerte y otra que lo rechaza. Aparte de lo que uno piense sobre este polémico asunto, el proceso de llevar a un prisionero hasta su momento de morir es largo y duro. En Estados Unidos esto es particularmente cierto, ya que muchos presos están años en el corredor de la muerte. Han llegado a ese punto en su vida al haber quitado la vida a una o varias personas. Como se ha dicho, muchos creen que se lo merecen y otros simplemente piensan que nadie tiene derecho a quitar otra vida, ni siquiera del asesino que ha matado a otras personas.

También es cierto que hay que recordar que estos condenados a muerte son humanos también. Hay muchos casos donde llegado el momento dieron muestras de humanidad y arrepentimiento. Te contamos algunos casos que te harán ver la pena de muerte de otro modo.

1 – Un condenado a muerte muy feliz

Hubo un hombre que estaba condenado a morir conocido como el prisionero más feliz del corredor de la muerte. Se trataba de Joe Arridy y tenía la capacidad intelectual de un niño de seis años. Había sido acusado de haber matado a una chica de quince años y fue condenado a muerte. Confesó el crimen pero sin saber muy bien lo que le estaban diciendo. Finalmente se descubrió que la chica había sido realmente asesinada por un hombre llamado Frank Aguilar. Por desgracia esto se descubrió después de que Arridy fuera ejecutado.

Cuando le dijeron a Arridy que iba a ser ejecutado, tampoco comprendió muy bien lo que eso suponía. Estando en el corredor se pasaba el tiempo jugando con juguetes. Su favorito era una un tren que un guardia le había regalado. El guardia le avisó que llegado el momento no se podía llevar el tren con el. Esto es algo que tampoco comprendía Arridy. Un compañero en la celda contigua le dijo que cuando llegara su momento le guardaría el tren, aunque Joe seguía resistiéndose a la idea de abandonar su juguete favorito. Cambio de opinión poco después tras convencerle de que era lo mejor.

Hasta el momento de su ejecución, este hombre estuvo feliz con sus juguetes y su relación con los guardias. Incluso se hizo amigo del preso de la celda contigua y al que le dio su juguete. Llegado el momento, su madre le dio un último abrazo y Arridy seguía sin saber porque su madre estaba tan triste. Incluso estando en la cámara de gas no sabías exactamente lo que estaba ocurriendo.

2 – El preso que quería morir

Christopher Newton pesaba 250 kilos y siempre había tenido problemas de peso. Fue conocido como el preso que más tiempo estuvo en una ejecución por inyección letal. Se tardó dos horas en ejecutar a Newton ya que no eran capaces de encontrarle una vena para poner la vía. Incluso le dejaron ir a los lavabos mientras pensaban como hacerlo. Lo curioso en este caso era que Christopher Newton quería morir, pero no se atrevía a suicidarse. ¿Cómo lo hizo? Cometió varios delitos menores para que le metieran en prisión, y una vez dentro mató a su compañero de celda.

Cuando le interrogaron diciendo porque lo había hecho, se negó a contestar cualquier pregunta hasta que le prometieran que sería condenado a muerte. Parece ser que la vida de Newton no había sido la más feliz del mundo y quería acabar con todo. En el juicio por la muerte de su compañero de celta fue condenado a morir por inyección letal. Esto no le pudo hacer más feliz. Mientras le intentaban poner la aguja en el brazo no paraba de reír e incluso bromeaba. Después de diez intentos finalmente pudieron inyectar el veneno y acabar con su vida.

3 – El prisionero más joven en la silla eléctrica

En los años cuarenta hubo un terrible asesinato en el estado americano de Carolina del Sur. Dos niñas de once y ocho años habían aparecido muertas en un dique. Las habían golpeado con una tubería de hierro mientras recogían flores. Se empezaron las investigaciones, pero al poco tiempo la policía recibió una llamada de una mujer diciendo que su sobrino George Stinney Jr había confesado el crimen. El chico tenía 14 años y fue detenido de inmediato. El chico les llevó hasta el arma del crimen y dijo que lo sentía mucho y que no quería matar a las chicas.

Su arrepentimiento no sirvió de nada y se hizo un juicio rápido de dos horas donde se le condenó a muerte. Se le trasladó a una cárcel alejada del lugar del crimen porque se temía que la gente le pudiera linchar antes de la ejecución. Después de casi tres meses fue llevado a la silla eléctrica para morir. El chico era tan bajo que tuvieron que poner una biblia en la silla para que llegara al electrodo de la cabeza. Hace pocos años se revisó este juicio y se llegó a la concusión que hubo irregularidades. Se piensa que le pudieron hacer confesar el crimen y usarlo como cabeza de turco.

4 – El hombre que dejó la última cena para después

Hay gente que está destinada a salir y entrar en cárceles durante toda su vida. Este era el caso de Ricky Ray Rector, el cual era carne de presidio desde muy joven. Lo que no sabía es que acabaría en el corredor de la muerte. A principios de los ochenta se metió en una pelea en un club de strip-tease. Tenía muy mal carácter y una pistola, lo que no es buena combinación. Mató a tres personas y huyó de la escena del crimen. Su familia le convenció de que se entregara a la policía y se quedó en casa mientras esperaba a ser detenido. Justo antes de que le detuvieran decidió pegarse un tiro. Se uso la pistola en la cabeza y apretó el gatillo. Sin embargo, el disparo no acabo con su vida, sino que le dañó parte del cerebro.

Después de sobrevivir al intento de suicidio, la mente de este asesino quedó totalmente dañada. Tenía la mentalidad de un niño pequeño y lo demostró mientras estaba en prisión. Le condenaron a muerte y en el corredor de la muerte se chillaba cuando apagaban las luces por miedo. También le gustaba jugar los indios y vaqueros y cosas por el estilo. Les dijo varias veces a sus guardias que había caimanes en su celda y miraba constantemente debajo del camastro. Cuando le dijeron que quería para la última cena, pidió pollo frito y pastel. Se comió el pollo pero le dijo al guardia que dejaba el pastel para después de la ejecución.

5 – Un asesinato en el corredor de la muerte

En el corredor de la muerte también pueden ocurrir cosas muy extrañas que dejan a uno pensando. Aun siendo un lugar tan precintado y vigilado, eso no significa que pasen cosas incomprensibles. Es el caso de Rudolph Tyner, el cual fue condenado a muerte a raíz de un ataco que salió mal y donde mató a un matrimonio dueños de un establecimiento. Su celda estaba al lado de otro condenado a muerte llamado Donald Henry Gaskins, el cual se le conocía como “El hombre más maléfico de América”. Era un asesino en serie que había matado a trece personas. Ambos si hicieron amigos dadas las circunstancias de su cautiverio.

Lo que no sabía Tyner era que su nuevo amigo estaba planeando como matarle. Después de todo era un asesino en serie y eso es lo que hacen. Gaskins le dio a Tyner una radio y le dijo que les permitiría comunicarse entre ambas celdas. Tyner aceptó la radio sin saber que llevaba una pequeña carga de explosivos C4. Al ponérsela en el oído la mini bomba explotó y murió al instante. Luego se descubrió que el hijo de la pareja asesinada por Tyner había pagado y dado el C4 a Gaskins para que le matara. Posiblemente lo hubiera hecho gratuitamente.

6 – El hombre que ayudó en la ejecución

Un adicto a las drogas llamado Randy Woolls acabó en el corredor de la muerte por matar a ka vendedora de entradas de un cine al aire libre. Ni siquiera lo hizo para robar ya que dijo no acordarse de nada. Según dijo fue un acto de locura repentina. Eso no fue argumento para que acabara condenado a la inyección letal. Cuando iba a ser ejecutado pidió perdón a la familia y se mostró arrepentido. El problema era que después de tantos años de ser drogadicto, sus ventas eran difíciles de inyectar. El verdugo empezó a tener verdaderos problemas para poner la vía.

Woolls se ofreció a ayudar dada su experiencia con las jeringuillas. Les dijo cual era el mejor sitio para encontrar una vena y ayuda incluso a que le clavaran la aguja. Después de esto le ataron y finalizaron la ejecución.

7 – La última cena para los sin techo

Durante el atraco a una hamburguesería las cosas salieron mal para Philip Ray Workman. Antes de que pudiera huir con el dinero fue acorralado en el restaurante y tuvo que coger rehenes para negociar con la policía. Un oficial de policía llamado Ronald Oliver fue al local para negociar con el, pero en un momento dado intentó desarmar a Workman. En la pelea el policía recibió un disparo en el pecho y murió. Finalmente Workman se entregó pero el daño ya estaba hecho. Había matado a un policía y fue condenado a muerte en su juicio y enviado al corredor de la muerte.

Cuando le preguntaron cual quería que fuese su última cena pidió una pizza vegetariana gigante. Sin embargo, dijo que no la quería para el sino para un sin techo que realmente necesitara comer.  Con este acto quería hacer algo bueno antes de despedirse de la vida. Sin embargo, su petición no pudo cumplirse por las normas de la cárcel. Workman entonces se negó a comer. Sin embargo, el gesto de este prisionero se hizo eco en el país. Se empezaron a recibir donaciones para comprar pizzas y llevarlas a centros de acogida para sin techo. Se recaudaron varios miles de dólares y fueron muchos los pobres que comieron pizza gracias a Workman.

8 – La muerte de Ted Bundy y la despedida de su madre

Ya hemos escrito un artículo sobre Ted Bundy, pero si no sabes quién es te diremos que era uno de los asesinos en serie más célebres en Estados Unidos. Mató a docenas de mujeres por lo que nadie lo sintió cuando lo ejecutaron, excepto su madre. La madre de Bundy era una mujer muy religiosa y como cualquier madre, quería a su hijo. Al principio no se creía que su hijo fuera el asesino que todo el mundo decía. Cuando Bundy confesó sus crímenes y las pruebas eran muy claras, tuvo que aceptar que su hijo era el monstruo que decían.

Aun cuando tuvo que aceptar la culpabilidad de su hijo, le siguió apoyando hasta el final. Dejo mucho tiempo después de que la opinión pública le había hecho parecer alguien horrible cuando no era así. El día antes de la ejecución de Bundy, su madre le llamó dos veces. En la primera conversación hablaron de varias cosas sin demasiada relevancia. Cuando le llamó la segunda vez fue para decirle “siempre serás mi precioso hijo”. Está claro que el amor de una madre lo perdona todo, incluso estando su hijo en el corredor de la muerte.

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