Uno de los miedos más grandes que hubo durante muchos años en el pasado, fue ser enterrado vivo. Incluso hicimos un artículo hablado de varias maneras que idearon nuestros antepasados para evitar ser enterrados en vida. No era algo frecuente pero por desgracia ocurría más de lo que se podía esperar. De hecho, hay muchos casos de entierros prematuros que ha mantenido el terror a ser metido en un ataúd todavía con vida, para luego despertar unas horas después.
No es algo para tomarse a broma, ya que despertarse en una caja totalmente oscura y dado por muerto, asusta al más valiente. Para empezar, ya te han dado por muerto por lo que no llegará ayuda. En segundo lugar, el ataúd puede estar en un nicho, panteón o varios metros bajo tierra. Las esperanzas de poder salir por tu propia cuenta varían dependiendo de cómo haya sido el entierro.
De todos modos, hoy en día es más difícil que ocurra esto por todos los procedimientos médicos y funerarios que se tienen que seguir. En el pasado las cosas se hacían de otra manera, y alguna persona podía ser dada por muerta sin estarlo. Eso no significa que siga ocurriendo en la actualidad, ya que de vez en cuando aparecen noticias de personas que han sido dados por muertas sin estarlo. Hay varios casos documentados sobre personas que tuvieron entierros prematuros y están verificados como reales.
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1 – El caso de Octavia Hatcher
Uno de los casos que tuvo mucha repercusión a finales del siglo 19 fue el de Octavia Hatcher. Pertenecía a una importante familia de Kentucky en Estados Unidos, y quizá por eso tuvo tanta repercusión. Estaba casada con James Hatcher y tenían un hijo llamado Jacob. Todo parecía ir bien para esta acaudalada familia, pero la desgracia se cebó con ellos al morir su hijo Jacob. Su madre Octavia recibió un duro golpe con la muerte de su hijo de lo que no pudo recuperarse.
Octavia cayó enferma debido a la gran depresión por la muerte de Jacob. Se pasaba todo el día en la cama y no quería ni siquiera comer. Finalmente fue declarada muerte en 1891 y enterrada el mismo día. Unos días después en la población se dieron algunos casos de personas que se quedaban en coma para despertarse después. No estaba claro que podía ser, pero afectaba a personas que ya estaban debilitadas por otras enfermedades. Las hacía parecer muertas, pero luego se recobraban. James Hatcher temió que su esposa Octavia podía estar afectada por esta aflicción.
A los pocos días James y otros miembros de la familia fueron al cementerio para desenterrar a Octavia Hatcher y asegurarse. Cuando abrieron el ataúd pudieron ver que se había despertado y había intentado salir de su tumba. No lo había conseguido y había muerte de asfixia y de miedo. Debido a la debilidad por no comer y su depresión, había sido afectada por lo que hacía a la gente quedar en un estado catatónico.
James Hatcher quedó tan impresionado por la “segunda muerte” de su esposa, que se obsesionó por los entierros prematuros. Para que no le pasara a el, mandó construir un ataúd personalizado que se podía abrir desde dentro. De esta manera, si le pasaba lo mismo a el, podía salir por sus propios medios.
2 – El famoso caso de Matthew Wall
Aunque lo ponemos en segundo lugar, quizá sea el caso de entierro prematuro más famoso que se conoce en Inglaterra. Ocurrió en el pueblo inglés de Braughing en 1571, donde un hombre llamado Matthew Wall se disponía a celebrar su boda. El problema fue que antes de ir a la boda murió súbitamente sin un motivo claro. En aquellos tiempos no se andaban con rodeos haciendo autopsias, por lo que en lugar de a su boda, lo llevaron a su funeral. De hecho, subieron el ataúd al mismo carruaje que le iba a lleva a la boda.
Se puede decir que Matthew Wall tuvo una suerte muy grande ya que el destino hizo que no fuera enterrado. El carruaje que iba de camino al cementerio cogió un bache y el ataúd cayó al suelo rodando por el camino. Se ve que el golpe le reanimó de su estado comatoso, porque los conductores del carromato le oyeron chillar pidiendo ayuda para salir de la caja. No había muerto, sino que se había quedado en un estado donde le habían pensado que lo estaba.
Nadie supo el motivo por el que Matthew Wall se había quedado en un estado parecido a la muerte. Lo achacaron a un ataque de catalepsia del que se recuperó. Matthew Wall se sintió tan agradecido por haber sido reanimado y no ser enterrado vivo, que pagó para que el camino donde fue “despertado” estuviera siempre en buenas condiciones. Hoy en día el camino de Fleece se sigue barriendo en octubre, tal como había pedido Matthew Wall en vida. Nunca volvió a tener un ataque de este tipo y se casó y tuvo dos hijos. Su última voluntad fue que las campanas de la iglesia sonaran el día que volvió a la vida en Fleece. Esto también se sigue haciendo en la actualidad.
3 – El ahorcamiento de Maggie Dickson
Uno de los casos de entierros prematuros más curiosos ocurrió septiembre de 1721, donde una mujer llamada Maggie Dickson fue condenada a la horca. Este caso de enterramiento en vida pasó en Edimburgo, Escocia. Maggie Dickson había empezado a trabajar en una posada y tuvo una relación con el hijo del dueño. Se quedó embarazada y lo ocultó para no perder el trabajo. Finalmente dio a luz y el niño murió pocos días después. Maggie Dickson quiso deshacerse del cuerpo y lo tiró a un río, pero la vieron hacerlo.
Se la acusó de la muerte del bebe y fue condenada a morir en la horca. La sentencia se cumplió y después de ser ahorcada fue metida en un ataúd para ser enterrada. Sin embargo, según la llevaban al cementerio, se despertó en la caja. Claramente había sobrevivido a la horca, pero lo entendieron como un milagro de dios. La justicia pensó que Maggie Dickson había recibido una segunda oportunidad divina, por lo que la dejaron libre.
Maggie Dickson retomó su vida y tuvo más hijos, viviendo una vida normal y larga. En este caso se puede decir que fue de las pocas que sobrevivieron a una ejecución y pudieron contarlo.
4 – El documentado caso de Eleanor Markham
El caso de Eleanor Markham ocurrió en 1894 en un pueblo llamado Sprakers en Nueva York. Al ser un caso más “moderno” se consiguió documentar mejor, y parece que todo empezó con esta mujer visitando a su médico por dolores en el pecho. Le diagnosticaron problemas de corazón y la pusieron un tratamiento que pensaban efectivo en aquella época. Sin embargo, su estado siguió empeorando en las semanas siguientes y murió.
Cuando se médico llegó a al casa de Eleanor Markham solo pudo certificar su muerte. Pasados unos días se hicieron los preparativos para que fuera enterrada. El vehículo funerario fue a la casa de Eleanor Markham para recoger el féretro y llevarla al cementerio. El ataúd fue cerrado y se inició el viaje al lugar donde sería enterrada. Sin embargo, al igual que Matthew Wall la mujer tuvo suerte ya que se despertó dentro del féretro.
Empezó a dar golpes a la tapa del ataúd y lo abrieron rápidamente, mostrando a Eleanor muy asustada y sin saber lo que estaba pasando. Su médico fue llamado rápidamente y la calmó diciendo que había sido un lamentable error. Según dijo la mujer, había estado consciente en todo momento y había escuchado los preparativos de su funeral. No hace falta decir que despidió a su médico y buscó otros mejores para tratar su problema de corazón. Parece ser que su condición coronaria había hecho que su corazón latiera muy despacio, hasta el punto de darla por muerta.
Por suerte Eleanor Markham no llegó al cementerio, porque ya tenían un hoyo donde sería enterrada bajo tierra. Si hubiera tardado un poco más en despertarse nadie hubiera sabido su terrorífico final.
5 – La historia de Madame Bobin
Nada más empezar el siglo XX hubo un caso que fue muy conocido en toda Francia. Se trató de una mujer que acababa de llegar de Senegal a la cual era conocida simplemente como Madame Bobin. La mujer llegó a la ciudad francesa de Pauillacin con problemas graves de salud debido a la fiebre amarilla. Al poco de haber llegado a Francia su estado empeoró y aparentemente murió. Según dice la documentación de la época, su cuerpo estaba entumecido y el color de la piel era entre amarillo y gris.
Todo el mundo coincidió en que estaba muerta, ya que tampoco podían detectar signos vitales. Certificaron su muerte y se comenzó a preparar el funeral para que fuera enterrada. Sin embargo, se sabe que una enfermera avisó de que algo extraño pasaba, ya que Madame Bobin seguía estando caliente después de algunas horas de haber muerto. Sin embargo, fue enterrada igualmente por las claras evidencias que mostraba el cuerpo.
Después del funeral, la enfermera seguía sin estar conforme sobre el diagnóstico e insistió a la familia que Madame Bobin podía seguir con vida. Al final, el padre de Madame Bobin quedó muy preocupado por la insistencia de la enfermera y pidió abrir la tumba de su hija. Pudieron comprobar que la enfermera tenía razón, y la mujer se había despertado en el féretro. Por desgracia, no había podido salir y murió asfixiada en su tumba. La familia de Madame Bobin denunció al colegio médico por su diagnóstico erróneo, y ganaron el juicio. Les fue entregada una gran suma de dinero como compensación, aunque eso no evitó el terrible sufrimiento que tuvo que pasar Madame Bobin.
6 – El caso de de la señora Blunden
El caso de la señora Blunden es más antiguo y está documentado del año 1674 en Hampshire, Inglaterra. Una mujer de clase media a la que se refería como señora Blunden, cayó enferma después de beber agua de rosas. Era algo muy habitual en la época, y no solía dar ningún problema de salud. Sin embargo, tras beber esta agua la señora Blunden se empezó a sentir mal, y finalmente entró en un profundo sueño del que no despertó.
Los médicos no sabían como reanimarla, y después de un tiempo el cuerpo se empezó a enfriar y se dejaron de oír los latidos del corazón. Los médicos vieron todos estos síntomas como una prueba fiable de que la mujer había muerto. No había mucho más que hacer, por lo que fue enterrada en el cementerio local de Hampshire. Sin embargo, lo que ocurrió después podía ser sacado de una película de terror.
Al poco tiempo del enterramiento de la señora Blunden, unos niños estaban jugando al lado del cementerio y escucharon gritos y lamentos que provenían del camposanto. Fueron corriendo a decirlo a sus padres, los cuales se acercaron al cementerio y también los oyeron. Las autoridades fueron avisadas y sospecharon que podían haber enterrado alguien todavía vivo. Ya se habían dado otros casos de entierros prematuros en el pasado, por lo que revisaron la lista de los más recientes.
Llegaron a la conclusión de que era la señora Blunden había sido el último enterramiento que se había hecho, por lo que la desenterraron. Comprobaron que se había despertado en su ataúd y había intentado salir. Su cuerpo estaba lleno de golpes y heridas que se había producido intentando escapar. Todo había sido en vano y había muerto en su féretro tras sus intentos desesperados por salir. De nuevo, se tuvo que certificar su muerte por segunda vez. Es otro de los casos de entierros prematuros que quedaron documentados.