¿Has oído hablar del juego de Bloody Mary? ¿Y de efecto Caputo? Si no te suena, puedes leer el artículo que hicimos hace tiempo sobre Bloody Mary y sus orígenes. Es un juego sobre todo realizado entre los jóvenes en fiestas, donde se intenta asustar a la gente. Básicamente una persona se pone frente a un espejo y tiene que decir “Bloody Mary” tres veces. Otra variación del juego dice que hay que decirlo 13 veces. Se tiene que hacer con velas o al menos con una luz muy tenue.
Después de esto en el espejo se puede ver la cara deformada de una persona, que es supuestamente Mary. A continuación de esto algo malo pasa a la persona que ha llamado a este supuesto demonio.
Es una leyenda urbana pero se hizo muy popular entre los que buscaban emociones fuertes y experiencias sobrenaturales. Tan famoso se hizo el juego que lo podemos ver en varias películas, aunque muchas veces con variaciones. Lo que mucha gente no sabe es que los que realizan el juego si suelen ver algo extraño y siniestro. Se trata del efecto Caputo, el cual es una ilusión óptica descubierta en el llamado experimento de Bloody Mary.
El experimento de Bloody Mary
Un científico italiano llamado Giovanni Caputo quiso hacer un experimento con el famoso juego de Bloody Mary. Para ello reunió a cincuenta voluntarios y les fue pasando a una habitación con una luz débil. Los voluntarios tenían que mirar un enorme espejo fijamente durante diez minutos. Lo que pasó es que pasado un minuto la mayoría vio en el espejo algo extraño. Casi un 70 por ciento de las personas habían visto una deformación de su propia cara.
Otro grupo de personas dijeron haber visto caras de animales, como gatos, leones o incluso cerdos. Algunos de los voluntarios habían visto más cosas extrañas, como un niño o una anciana. El último diez por ciento había visto la cara de un familiar muerto. En una cosa que coincidían todos era que las caras eran bastante siniestras y daban bastante miedo.
El efecto Caputo
La visión de estas caras deformadas y horrorosas no tiene nada que ver con lo sobrenatural. Con el experimento de Bloody Mary se vio que el efecto Caputo tenía sus orígenes en el cerebro y los ojos. Las neuronas que se encargan del funcionamiento de los ojos reducen o paran las señales cuando no se cambian las estimulaciones. Dicho de otra manera, si nos quedamos mirando fijamente a algo empezaremos a ver cosas algo diferentes.
Lo que ocurre es que al no estar las neuronas enviando señales, parte del reflejo de nuestro rostro empezará a desaparecer en el espejo. Esto ocurre hasta que pestañeamos o movemos el ojo involuntariamente. Nuestro cerebro percibe que la imagen no está completa por lo que intenta rellenar lo que falta. Lo hace basándose en nuestra experiencia y recuerdos. Por tanto, quién realmente aparece en el espejo no es un demonio llamado Bloody Mary, sino una imagen nuestra “reconstruida”.
Ahora que sabes porque ocurre esto, te retamos a que esta misma noche vayas al cuatro de baño frente al espejo. Enciende una vela y apaga todas las luces. Luego di tres veces en alto “Bloody Mary” y fíjate en el espejo para comprobar que hay en el. ¿Te atreves? Quizá nos estemos equivocando y realmente el juego tenga algo de verdad. Si lo haces, deja un comentario contando tu experiencia.