Diseñan una Pared que se Arregla por si Misma

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Que se preparen los albañiles y las empresas de reformas en el hogar

Se trata de una mezcla compuesta por bacterias que reparan el material, una estupenda invención ideada por el holandés Henk Jonkers.

Bio-hormigón, como se denomina a este nuevo material, promete dar que hablar en cuanto al sector de la construcción se refiere.

Según su creador, todo ocurre gracias a la acción de las bacterias Bacillus Pseudofirmus, un tipo de bacteria muy resistente, que puede sobrevivir en casi toda clase de entornos.

Las bacterias se alimentan del calcio contenido en la mezcla

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Para aplicar este hormigón tan solo es necesario introducir la cepa dentro de la mezcla, y esta se reproduce inmediatamente cual barra de pan, multiplicándose y “fermentando”, consiguiendo reparar la superficie dañada en caso de aparición de grietas.

Necesitan 3 semanas para reparar la grieta

Por supuesto sería más fácil llamar a un albañil, pero supone un coste y en ocasiones si la estructura se agrieta demasiado puede no ser suficiente con una simple capa nueva de cemento.

Gracias a estas bacterias y a los mecanismos naturales, todo ocurre sin que tengamos que hacer nada al respecto; cuando una grieta aparece en la pared, el aire comienza a fluir dentro de esta, por ello, las bacterias, viéndose desprotegidas y expuestas a la humedad empiezan a consumir el calcio introducido en el hormigón para reproducirse. El resultado de esto es la formación de una nueva capa en donde surge la grieta, formada por piedra caliza.

Según apunta Jonkers no tiene límite en cuanto a la longitud de la grieta

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“Puede reparar desde centímetros a kilómetros kilómetros”- afirma rotundo su creador. El único inconveniente es que la distancia en el ancho de la grieta no puede ser mayor de 8 milímetros, de modo que las bacterias tengan suficiente espacio para trabajar.

Un motivo de peso es la cantidad de calcio que se introduce en la mezcla, el cual no es suficiente para que las bacterias puedan reproducirse en tal cantidad. Además, tardarían demasiado tiempo en reparar un boquete del tamaño de un puño por ejemplo, por lo que es recomendable mantener apartados a los chapuzas de la casa.

Su uso supondría un ahorro considerable en el mantenimiento y construcción de edificios

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Su adquisición es más cara si la comparamos con el hormigón tradicional, sin embargo, su casi nulo mantenimiento permitiría ahorrar miles de dólares en los edificios que tuviesen este material. En concreto, un metro cúbico de hormigón tradicional cuesta unos 80$, siendo el precio del bio-hormigón de 110$, lo que podría suponer una fuerte barrera de entrada en el mercado.

Ideal para países con fuerte actividad sísmica

Aunque no se puede hacer nada cuando un terremoto de escala 8 se presenta, sí que podría ser efectivo para pequeñas reparaciones ocasionadas por los continuos movimientos de las placas tectónicas. Muy útil en países de Latinoamérica por ejemplo, en donde es normal que ocurran estos fenómenos de cuando en vez.

Ya están pensando en implantar dicho material en Europa y EE.UU, por lo que de tener éxito no sería extraño que los edificios del futuro no necesitasen de excesivo cuidado.

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