En el pasado una de las cosas más terroríficas que te podían pasar en Rusia era ser exiliado a Siberia. Ser preso en Siberia era un castigo muy severo que significaba que la vida sería un infierno hasta la hora de morir. Era una condena a trabajos forzados en las minas que ahí existían y en unas condiciones extremas en todos los sentidos. Todos hemos oído alguna vez de los horrores de los campos de trabajo en Siberia, aunque es mucho peor de lo que podemos imaginarnos. Las prisiones que existían en esta remota área de Rusia se llamaban Gulags y se hicieron tristemente famosos por su dureza sin límites. Si te has preguntado como eran realmente estos Gulags para los prisioneros que se enviaban, sigue leyendo como fueron estar terribles condenas en el fin del mundo.
Indice de Contenidos
- 1 – Las prisiones tenían un problema de sobrepoblación
- 2 – Se utilizaba cadenas con bolas
- 3 – La terrible prisión de Sakhalin
- 4 – No había contacto con el mundo exterior
- 5 – Había mucha gente que no lo resistía
- 6 – Se marcaba a los presos que intentaban escapar
- 7 – Los presos tenían una forma muy macabra de esconder armas
- 8 – Dormir era una pesadilla en Siberia
1 – Las prisiones tenían un problema de sobrepoblación
A finales del siglo XIX lo que pasaba en Siberia era un secreto a voces. Fueron tantos los rumores que unos periodistas decidieron investigar como eran estos exilios en Siberia. Se centraron en la prisión de Tomsk como regencia. Pudieron comprobar que la prisión era para unas 760 personas aunque desde hacía años había albergado a más de 1400 personas. Había un gran número de enfermos de tifus y las instalaciones médicas eran casi inexistentes. Muchas veces los presos tenían que estar en el exterior por falta de espacio, y esto les exponía a las heladas temperaturas del lugar. También vieron que la mortalidad de la prisión de Tomsk era muy alta, con unos 400 presos enterrados todos los años.
2 – Se utilizaba cadenas con bolas
A principios del siglo XX un oficial ruso fue condenado a doce años en las minas de cobre de Nestchink, Siberia. Contó que durante día y noche tuvo atado a sus dos tobillos unas cadenas con una bola al final. Posiblemente hayas visto esto en películas, pero la realidad es que era una práctica habitual en Siberia. Muchos presos eran atados también a la cama. Por la noche cualquier movimiento hacía que sonaran las cadenas y el ruido no dejaba dormir a nadie con tranquilidad. Tenían que llevar las cadenas puestas durante su trabajo en las minas de cobre. Eran jornadas de 10 a 12 horas, donde se les permitía cuatro descansos.
Durante los descansos los presos subían a la superficie de la mina y secaban la ropa un poco antes de volver a bajar. El oficial logró sobrevivir los doce años y volvió a Rusia, donde contó las penurias que pasó en esta prisión de Siberia.
3 – La terrible prisión de Sakhalin
Pocas cárceles fueron tan terribles como la que había en la isla de Sakhalin. Era conocida por ser la más cruel y dura de todas las prisiones rusas. Aunque no estaba exactamente en Siberia, era las más temida incluso comparándola con los campos de trabajo. A finales del siglo 19 se empezaron a escuchar declaraciones de lo que realmente estaba pasando en esa prisión. La tortura era algo habitual donde se llegaba a matar tanto a hombres como mujeres que estaban prisioneros. No eran apenas alimentados y se dieron varios casos de canibalismo entre los presos. Ser condenado en esta isla era casi una sentencia de muerte pero con un sufrimiento previo difícil de aguantar.
4 – No había contacto con el mundo exterior
El aislamiento era otra de las condenas que los presos llevaban muy mal. En los campamentos de trabajo muchas veces no les dejaban saber la hora, el día o la semana en la que estaban. Las visitas no estaban autorizadas y la mayoría de las veces los presos pasaban la condena sin ver a sus familias. Las mujeres normalmente no bajaban a las minas a trabajar. En su lugar las solían dar trabajos textiles, como hacer ropa. El problema era que si no llegaban a la cuota estipulada por la prisión, no se le daba una ración completa de comida. El “menú” habitual en muchas prisiones era agua, pan, judías y sopa de coles.
5 – Había mucha gente que no lo resistía
Como se puede pensar, la tasa de suicidios era muy alta entre los condenados en Siberia. Los castigos y la dura vida era demasiado para muchos presos, los cuales decidían acabar con todo. Muchos de los que decidían suicidarse eran presos por razones políticas. Curiosamente, el quitarse la vida en una prisión de Siberia era algo que las autoridades permitían como una elección personal. No se tomaban medidas para acabar con este problema y se tomaba como otra forma de salir de la prisión.
6 – Se marcaba a los presos que intentaban escapar
En algunos casos los presos preferían huir en lugar de suicidarse. Esto era algo muy arriesgado y difícil de lograr. Ya no solo por la posibilidad de que les pudieran herir o matar, sino que había inmensas extensiones de hielo y nieve por todas partes. Si huían y eran capturados, los guardas de la prisión tenían un modo de hacerles recordar que no lo volvieran a hacer. Se les cortaba un trozo de ambas orejas y les abrían ambas fosas nasales para dejar unas cicatrices reconocibles. Si volvían a escapar de la prisión se les podría reconocer como presos huidos. Cualquier ruso tenía el derecho de matarles si llevaban esas marcas. En otras prisiones se les marcaba con un hierro en la zona de las costillas como castigo.
No en todas las prisiones se usaban estos métodos tan bárbaros. El castigo por intentar escapar era seguro, pero en algunas veces la primera vez el castigo era más leve. Si había un segundo intento de escapara, un castigo muy común era atar al preso a una carretilla durante todo un año. Era un castigo muy temido porque tenía que hacer su vida con la carretilla en todo momento. Incluso para dormir tenía que buscar complicadas posiciones para que no le molestara. Durante el día cargaba cosas con su carretilla, lo cual hacía su trabajo más duro. Además de esto, se aseguraban de que no pudiera volver a escapar.
7 – Los presos tenían una forma muy macabra de esconder armas
En un ambiente tan hostil es fácil imaginar que había muchas hostilidades entre presos. El hambre, frío, miedo y rabia hacía que la prisión fuera peligrosa tanto de día como de noche. Por este motivo muchos presos conseguían o se fabricaban algún tipo de arma afilada para defenderse. El problema era esconderla ya que había muchos registros en las ropas que llevaban. Por este motivo muchos de los presos más viejos pasaban por una extraña operación quirúrgica. En la parte donde el abdomen y la cadera se unen, hacían una incisión para crear un pliegue de la piel y poder esconder el arma. Quedaba como si fuera un bolsillo hecho de piel humana y unida al cuerpo.
8 – Dormir era una pesadilla en Siberia
Las noches en las prisiones de Siberia eran una de las peores partes de la condena. En muchas prisiones no se usaban camas y los presos tenían que dormir sobre plataformas de madera elevadas del suelo. No había almohadas, ni mantas o colchones. Para mantenerse calientes los presos tenían que dormir con toda la ropa puesta. En estos barracones solía haber un retrete de madera para que hicieran sus necesidades. Como se ha dicho al principio, las prisiones solían tener una población mayor a la que podían mantener. Podemos imaginar el entorno que había en estos “dormitorios” a tan bajas temperaturas.