Tenemos unos cuantos artículos hablando sobre la época victoriana en la Inglaterra del siglo 19, y el motivo es que fue muy interesante. Fue uno de los orígenes de lo que sería todo el siglo XX en temas de cultura, tecnología y otras muchas cosas. También fue un tiempo muy peculiar, donde se permitían cosas que ahora serían impensables. Resumiéndolo mucho, se puede decir que la época Victoriana fue una época de “descubrimiento”.
En este artículo hablaremos de algunas curiosidades de la cocina victoriana, las cuales seguro que no te dejan impasible. En su momento hablamos de cómo se mantenían en línea con la dieta de la tenia, pero no hablamos de lo que comían.
Por supuesto, había comida en la época victoriana exquisita y de buena calidad, pero algunas de las cosas que comían nos harían vomitar. ¿Crees que exageramos? Hay que darse cuenta que la los tiempos victorianos fueron un puente entre la sociedad antigua y la moderna, y quedaban muchas cosas heredadas de viejas tradiciones y costumbres.
Te hablaremos de algunas cosas de la antigua cocina victoriana, y tú elegirás si las comerías o no.
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1 – Cabezas enteras de ternero
Hoy en día no estaría bien visto poner encima de la mesa la cabeza cocinada de una vaca, y que la gente se fuera sirviendo. Quizá se siga haciendo en alguna parte del mundo, pero la mayoría de las personas no comerían nada ese día. Se puede decir que es una hipocresía, porque al fin y al cabo la carne sale de esos animales. Sin embargo, ver la cabeza del animal completa le quitaría el hambre a mucha gente.
En la era Victoriana una de las delicias que preparaban era la cabeza de un ternero entera. Básicamente lo que hacían era meterlo en una olla a fuego lento y luego lo rebozaban al gusto del que cocinaba. Se terminaba esta receta victoriana echando especies de varios tipos.
Como te puedes imaginar, esto sería impensable en la actualidad, aunque también es cierto que se siguen haciendo cosas parecidas. Un ejemplo es aquí en España, donde en varias partes se sirve el cochinillo de una pieza. Se puede decir que es lo mismo, porque el animal no es troceado antes de ser consumido.
Al final todo se trata de las costumbres y la cultura culinaria del momento. Hay cosas que se comían hace solo unas décadas que ahora prácticamente ya no se comen. En el caso de comer cabezas de animales enteras, en la época victoriana lo veían como un gran banquete.
2 – La dieta de la clase más baja
Ser pobre en la época victoriana era un problema, sobre todo a la hora de comer. Las clases más bajas podían pasar mucha hambre, y no había muchos sitios para conseguir comida de calidad. Había comedores sociales y ayudas para que la gente no se muriera de hambre, pero lo que comían estaba lejos de ser nutritivo.
Precisamente a la nueva industria que se implantó en la era victoriana, muchas familias pobres cambiaron su destino y se pudieron alimentar mejor. Sin embargo, durante un tiempo había gente que literalmente moría de inanición, y estamos hablando de un país como Inglaterra.
Las personas que tenían la mala suerte de ser pobre sobrevivían recogiendo lo que iba sobrando de los más adinerados. Eso significaba revolver en las basuras y coger los restos de comida donde podían. Por tanto, era habitual que la dieta de los pobres fuera de piel de patatas, vegetales podridos y grasa animal untada en pan de muy mala calidad.
Los problemas de salud entre los más necesitados era muy evidente, generalmente por desnutrición. La pérdida de dientes y enfermedades relacionadas con la alimentación eran constantes. Por si no fuera poco, la época victoriana tuvo un grave problema de adulteración de alimentos. Los que tenían la mala suerte de tener poco o nada de dinero, tenían más probabilidades de intoxicarse con la comida.
3 – Cerebros enteros para almorzar
Si lo de comer una cabeza de ternero entera ya te resultó desagradable, también tenían costumbre de comer solo el cerebro. Puede que algún lector se aficionado a comer sesos, los cuales se siguen sirviendo en muchos sitios. Sin embargo, estamos hablando de comerse el cerebro entero de un animal tal cual.
El pastel de cerebro era una de las delicias de la cocina victoriana, y era básicamente una de las comidas más típicas de la época. Cogían el cerebro entero y lo dejaban en remojo con agua fría. Luego cocían el cerebro unos minutos para ablandarlo. Lo siguiente era hacer una masa con claras de huevo y freírlo todo en mantequilla. En algunos casos se añadía una cucharada de harina y un limón.
Una vez hecho el pastel de cerebro, se cortaba en rodajas y se servía en lonchas como cualquier otro pastel. Este tipo de receta era muy valorado entre la clase media y alta, aunque en algún momento se dejó de utilizar. ¿Por qué se dejó de comer el pastel de cerebro? Lo cierto es que lo ignoramos.
4 – Leche de burra para huérfanos
La leche de burra se ha bebido casi en todas partes, y hasta hace unas décadas aquí en España también se consumía. Aun así, siempre ha sido una cosa que solo hacían pequeños grupos de personas, ya que la leche de vaca siempre ha predominado. En la era victoriana la leche de burra era algo que estaba muy de moda, y esto no lo recuerda mucha gente.
Sin embargo, no era utilizada como muchos pueden pensar. Uno de los usos más frecuentes que se le daba a este tipo de leche, era para alimentar a huérfanos.
En la época victoriana había muchos huérfanos, ya fuera porque la madre moría al dar a luz o porque eran abandonados al nacer. La mortandad entre los recién nacidos era alta, y muchas veces era porque tenían dificultar en darles el tratamiento adecuado.
Un médico francés encontró una solución para alimentar y hacer más fuerte a los recién nacidos. Lo que hizo fue llevarles directamente a granjas donde había burras y dejaba que se alimentaran directamente del animal.
Lo cierto es que la leche de burra era muy nutritiva, y se piensa que salvó a muchos huérfanos del hambre y también de ciertas enfermedades. La leche de burra daba una cierta inmunidad a los bebés para algunas infecciones que había en aquel ambiente. Sin embargo, hay muchas dudas de si esto era realmente una buena idea.
A principios del siglo XX se prohibió esta práctica, ya que no se veía muy higiénico. También es cierto que con la revolución industrial mejoraron las condiciones de la gente en general.
5 – Las galletas de la era victoriana
¿Te gustan las galletas? Posiblemente no serías capaz de comer las que había en los tiempos victorianos. Las galletas eran uno de los alimentos que se transportaban en los barcos para viajes largos. Por este motivo tenían que durar, y su elaboración tenía que ser muy sólida. El problema es que más que galletas parecían baldosas de lo duras que se ponían.
Las galletas eran perfectas porque se hacían tan densas para que duraran y también fueran nutritivas. Las galletas podían durar meses y luego ser consumidas sin problemas. El comerlas ya era otro tema, porque más de uno posiblemente se dejara un diente.
Las galletas se transportaban sobre todo en barcos que hacían viajes largos. Sin embargo, se hicieron también populares entre la población ya que era una buena fuente de proteínas. Podían conservarse en una casa durante mucho tiempo, y esto era algo que se apreciaba mucho.
El problema era que las galletas cogían mucho polvo al ser guardadas en alacenas o muebles. No tenían la costumbre de guardarlas en un recipiente, sino que se ponían en un plato o vasija sin tapar. Todo esto cambió cuando alguien se dio cuenta que guardando las galletas en un recipiente de latón, se mantenían frescas, limpias y sobre todo blandas como cuando se hicieron.
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