Hace poco hablábamos en una artículo de cómo eran los verdaderos piratas y lo lejos que estaban de lo que Hollywood nos muestra. Han existido infinidad de piratas, bucaneros y corsarios en el pasado, pero no era habitual que fueran mujeres las que tomaran las armas. Por este motivo la historia de Ching Shih es sin duda interesante. Fue una de las piratas más temidas de la historia y también uno de los que más éxito cosechó. No está nada mal sabiendo que sus comienzos fueron bien distintos.
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Primeros años de Ching Shih y su introducción a la piratería
Ching Shih nación en 1778 en Cantón al sureste de China. Siendo joven empezó a trabajar como meretriz en un burdel flotante. Estando en este burdel conoció a Zheng Yi, el cual era el comandante pirata de la flota de la Bandera Roja. Esto cambiaria su vida para siempre. Ambos se casaron y hay muchos debates de cómo ocurrió. Unos dicen que asaltó el burdel y se la llevó. Otros dicen que simplemente le pidió que se casara con el y lo hicieron.
El matrimonio se hizo bajo algunas condiciones, donde Ching Shih quería participar activamente en la flota pirata. Le convenció para compartir las decisiones sobre los objetivos a atacar y otras cosas relacionadas con el mando. El comandante aceptó y ambos empezaron esta singular colaboración. En aquel momento la flota solo tenía 200 barcos aunque esto empezó a cambiar con el tiempo.
La poderosa flota de la Bandera Roja
La flota que lideraban Zheng Yi y Ching Shih no era demasiado grande, pero cambió con una alianza con las fuerzas piratas cantonesas. Con esta unión la fuerza naval creció a casi 2000 embarcaciones. Esto la hacía una de las más poderosas de la época. Uno de sus primeros éxitos fue el ataque a Macau, un puerto portugués localizado en la costa este de China. Aun teniendo este puerto una fuerte defensa militar, la Bandera Roja pudo vencerlos sin problemas. La armada británica no quiso verse envuelta en esta batalla y decidió dedicar sus barcos a proteger sus propios puertos y los de sus aliados. No se sabe si fue por miedo o prudencia.
Después de seis años de matrimonio, el comandante Zheng Yi murió en Vietnam, dejando a Ching Shih viuda. Con el soporte de los oficiales y el segundo comandante, Shih fue elevada a líder de todo el escuadrón. Al poco de tiempo de asumir el mando, empezaron las victorias que se sumaban sin parar.
Ching Shih se convierte en el terror del sur de China
Estando en el mando, Ching Shih tenía bajo su cargo a unos 70 mil piratas. Estableció unas reglas de conducta muy estrictas en todos los sentidos. Por ejemplo, todo el botín que se conseguía en los ataques tenía que ser contado y registrado primero. Después se hacía la distribución entre todos. Por otro lado, el barco que conseguía capturar a otro le era entregado el veinte por ciento del botín. El resto era distribuido con el resto de la flota. El que era sorprendido quedándose con parte del botín, era azotado o incluso algunas veces decapitado.
Todas las tripulaciones de la tropa estaban contentas bajo el mando de Ching Shih y por eso su lealtad era muy fuerte. La flota hizo sus ataques sobre todo en la costa sur de China, atacando pequeñas ciudades costeras y asentamientos extranjeros. La flota de la Bandera Roja era muy efectiva bajo las órdenes de Shih y lograron hundir más de 60 barcos del gobierno chino del momento. Por su lado, los británicos y portugueses no se querían involucrar en estas escaramuzas.
Las extrañas normas de la reina de los piratas
Aparte de su gran éxito en el mar, a Ching Shih se la conoce también por sus estrictas reglas y algunas veces curiosas normas. Cuando conseguían prisioneras femeninas, dejaba que su tripulación se quedara con las más atractivas como esposas o concubinas. La única condición que les ponía, era que fueran fieles a sus mujeres y las cuidaran muy bien. Si algunos de sus hombres rompían estas reglas – siendo infieles o violándolas – eran directamente ejecutados. Las mujeres menos atractivas eran liberadas sin hacerlas daño.
Las normas de Shih no solo era que su tripulación fuera fiel a sus mujeres, sino también a la flota. Dejar la Bandera Roja era algo impensable y muy castigado. Si alguien abandonaba la flota pirata, era perseguido y capturado. El castigo era cortarle las orejas.
El final de la flota de la Bandera Roja
El mandato de Ching Shih frente a la flota solo duro tres años. El Emperador Qing no veía ninguna manera de poder derrotar a una flota tan poderosa con Shih al mando. Por este motivo dio la posibilidad a cualquier pirata a dejar sus actividades y sería perdonado. Al contrario de otras amnistías piratas conocidas, esta fue respetada en su totalidad. Muchos piratas decidieron dejar la piratería y esto incluyó a Ching Shih. Pudo volver a la vida civil y pudo quedarse con la fortuna que había amasado en los tres años de botines.
Se casó con su segundo comandante y volvió a la provincia de Guandong, de donde era originalmente. Abrió una casa de juego y estuvo llevando su negocio hasta su muerte en 1844. Es sin duda una de las piratas que consiguieron morir de forma natural, lo cual era extraño en esta profesión.