A lo largo de la historia han existido piratas como todo el mundo sabe. Lo que muchos no saben es que de la misma manera existían los llamados cazadores de piratas. Uno de los más temidos fue un aventurero llamado Woodes Rogers. Fue todo un personaje y no era la típica persona que se acomodaba en un mismo sitio. De hecho, su vida tiene suficientes historias para escribir varias novelas.
Woodes Rogers nació en Inglaterra en 1679 en el seno de una familia adinerada. Su padre era un comerciante marítimo que se hizo rico. A pesar de vivir en la opulencia, Rogers siempre tuvo la idea de abandonar el hogar para tener experiencias nuevas y aventuras. Por este motivo siendo muy joven se metió a aprendiz de marinero. Quería aprenderlo todo sobre los viajes por mar. Sin embargo, su padre murió al poco tiempo y Woodes Rogers se tuvo que hacer cargo del negocio familiar.
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La amenaza pirata de la época
Aunque no era algo que Rogers quería realmente, era su deber hacerse cargo de la fortuna familiar y todos los negocios de su fallecido padre. Asumió su responsabilidad y se puso a la cabeza del negocio marítimo familiar. Sin embargo, no era fácil dirigir un negocio de este tipo debido a la piratería existente. Los barcos comerciales eran habitualmente el objetivo de los piratas y el rey Jorge I no hacía demasiado sobre ello. Estaba más preocupado en tener una mejor armada naval que España que perseguir a piratas.
Por tanto, Rogers tenía que asumir que las cosas no iban a ser fáciles y sus barcos mercantes serían atacados alguna vez. Cuando la guerra de sucesión española estalló hubo otro problema añadido ya que algunas naves mercantes de la compañía fueron atacadas por barcos españoles. Eran naves que venían del océano índico donde la compañía tenía intereses comerciales.
Uno de los capitanes que tenía Rogers a cargo de una de sus naves era William Dampier. Este capitán convenció a Rogers para que financiara una expedición armada al océano índico en los alrededores de Madagascar donde había muchos ataques. Aparte de esto, muchos piratas se estaban asentado en Madagascar haciéndolo su cuartel general. Woodes Rogers aceptó pero habló primero que sus otros socios para hacer una petición.
Un viaje bastante duro
Para defender los intereses de la compañía y todos sus socios había que ir al océano índico a luchar contra los barcos españoles y los piratas. Woodes Rogers habló con sus socios y pidió que antes se financiara la construcción de dos barcos de guerra. Se aceptó y se construyeron dos barcos llamados Duke y Duchess. William Dampier se puso al mando de una de las naves y el propio Rogers se puso al mando del otro. Dampier salió en una primera misión y luego lo hizo Rogers cuando Dampier volvió.
El viaje no fue como se esperaba. Hubo muchos problemas desde el principio. Para empezar, se acabó el alcohol entre la tripulación lo cual era muy grave. Esto puede parecer una tontería pero a los marineros siempre se les garantizaba una o varias raciones de ron al día. Esto era casi como un ritual y casi sagrado entre la tripulación. Por si fuera poco, no llevaban demasiada ropa de abrigo y tuvieron que pasar cerca de la Antártida donde hacía un frío extremo. Hubo incluso un intento de amotinamiento donde tuvieron que aplicar duros castigos a los amotinados.
Finalmente llegaron a Madagascar pero apenas vieron barcos españoles. Sin embargo, en un enfrentamiento con una nave española el hermano de Woodes Rogers murió. El propio Rogers recibió el disparo de un mosquete. La bala le dio en la parte superior de la boca. Sin embargo, pudo sobrevivir aunque con fuertes dolores el resto del viaje. Todo esto afecto mucho a Rogers, el cual quedó amargado y enfurecido.
La llegada a la isla de Juan Fernández
El viaje de Rogers se había convertido en un infierno en muchos sentidos. Sin embargo, la cosa cambió cuando llegaron a la isla de Juan Fernández en océano pacifico frente a las costas de Chile. Pararon para conseguir suministros. La isla estaba deshabitada (o casi) aunque había frutas, vegetales y agua de sobra. También se encontraron con un hombre llamado Alexander Selkirk, el cual había pertenecido a la tripulación de William Dampier. Debido a problemas que había tenido con Dampier había sido abandonado en la isla.
Dampier le había dejado con en la isla junto a algunas cabras. Eso junto al agua, frutas y vegetales le permitiría sobrevivir hasta que Rogers y su barco llegaran. Estaban en la ruta y sabía que llegarían. Topo esto fue de mutuo consentimiento por parte de Alexander Selkirk y Dampier.
El periodo en la isla gracias a la comida, agua y descanso hizo que la tripulación se fortaleciera. El escorbuto se había convertido en un problema y la buena alimentación lo solucionó. También había muchos peces alrededor de la isla por lo que no les falta comida de todo tipo. Por otra parte Selkirk se hizo muy popular entre la tripulación de Roger. Tenía muchos conocimientos de supervivencia y otros temas importantes. Rogers la acabó nombrando primero oficial de su barco. Un dato interesante es que Selkirk fue donde se basó la historia de Robinson Crusoe.
Las misión de las Bahamas
Rogers y sus hombres volvieron a Inglaterra en 1711. El complicado viaje le había dejado con una deuda muy grande. Lo primero que hizo fue que le extirparan la bala de mosquete de la boca, aunque la operación le dejó deformado. De hecho, quedó con dificultades para hablar el resto de su vida. Aun así, el rey Jorge le dio una nueva misión y era ir a las Bahamas como el nuevo gobernador.
El problema era que las islas de las Bahamas eran un nido de piratas y todo el mundo lo sabía. El rey Jorge le había dado la casi imposible misión de limpiar la zona. Se podía decir que era una misión suicida. Le habían convertido en uno de esos cazadores de piratas de los que tanto se hablaba en la época. Rogers dejó Inglaterra con siete barcos, cien soldados de la armada real y 130 colonos que se asentarían en las islas. El rey había dado a Rogers órdenes de perdón para cualquier pirata que quisiera dejar su actividad criminal. Lo primero que se encontraron al llegar fue un pirata llamado Charles Vane. No solo rechazó el perdón del rey sino que quiso quemar la flota de barcos que había llegado, aunque falló en el intento.
Un cazador de piratas llamado Woodes Rogers
Vane vio que no era tan fácil como pensaba acabar con Rogers y los soldados que habían llegado. Incluso pidió ayuda a Edward Teach más conocido como Barbanegra. Mientras tanto, tres de los barcos con los soldados de la armada real Tuvieron que irse al recibir nuevas órdenes. Se pusieron rumbo a Nueva York dejando a Rogers y los colonos en la isla principal. Esto obligó a Rogers buscar desesperadamente ayuda entre los piratas que querían seguir el camino recto y aceptar el perdón del rey.
Tuvo suerte ya que dos importantes piratas llamados Benjamin Hornigold y John Cockram se aliaron con Rogers. Ambos piratas tenían un ejército de hombres que ahora estaban del lado de Rogers como el nuevo gobernador de las Bahamas. Ahora ya podían perseguir y acabar con Vane y Barbanegra. Para ello pusieron rumbo a Cuba, donde estos se habían dirigido.
La campaña de Woodes Rogers para acabar con los piratas tuvo un gran éxito. Acabaron con un gran número de barcos piratas y mataron a muchos de los hombres de Vane y Barbanegra. Sin embargo, para causar el mayor terror posible, Rogers dio una lección para demostrar que iba muy en serio. Cogió a todos los prisioneros que se habían hecho y los ahorcó públicamente. Esto funcionó muy bien ya que ni Vane ni Barbanegra regresaron a las Bahamas. De hecho, los piratas desaparecieron de la zona.
Los problemas no habían acabado
La piratería fue duramente perseguida y el castigo era la horca sin excepción. Woodes Rogers ya no solo era el gobernador sin uno de los cazadores de piratas más temidos y crueles que se habían conocido. Su dura forma de tratar a los piratas funcionaba bien y era lo que importaba. Sin embargo, volvieron los problemas. Inglaterra y España estaban en guerra y las Bahamas se vieron comprometidas. Tuvieron que prepararse para la llegada de barcos españoles, lo cual ocurrió en febrero de 1720.
Roger y sus hombres combatieron a los españoles y los consiguieron rechazar. Aun así, los ataques continuaron hasta el final de la guerra en 1721. Aun habiendo hecho un trabajo perfecto el rey Jorge decidió sustituirlo como gobernador. Volvió a Inglaterra y de nuevo estaba en deuda y en la bancarrota. Finalmente consiguió convencer al rey para que le devolviera el puesto de gobernador en las Bahamas, aunque fue más por compasión que por otra cosa. Murió en 1732 habiendo sido el cazador de piratas más despiadado y brutal que se había conocido.