Hemos hablado con anterioridad de algunos espeluznantes experimentos que se han hecho a lo largo de la historia. Algunos de ellos incluían hacer pruebas con humanos, como es el caso del Escuadrón 731 y otros experimentos hechos en tiempos modernos. Hoy volvemos a hablar de este tema, y es el de Carney Landis y el experimento de las expresiones faciales.
Posiblemente no te suene este experimento, pero en su momento tuvo una gran polémica. Muchos lo consideraron poco ético e incluso cruel. La experimentación es importante para lograr avanzar en la ciencia, ¿pero donde están los límites? Te hablamos de Carney Landis y su peculiar experimento facial.
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1 – Las teorías sobre las emociones
Para que entiendas lo que hizo Carney Landis, imagina vas por sendero en medio del bosque y te encuentras con un enorme oso pardo. Estás completamente solo y no hay ningún lugar donde ocultarte. Es muy probable que la primera reacción que tenga tu cuerpo sea un aumento considerable de adrenalina. Empezarás a sudar, temblar y estarás en alerta. Dicho de otra manera… tendrás miedo.
Una de las preguntas que surgieron en la psicología moderna es si estas reacciones físicas eran por el miedo. Los especialistas no tenían claro hasta que punto un estímulo externo podría provocar cambias tan drásticos en el cuerpo humano.
Otro ejemplo menos terrorífico que pusieron sobre la mesa fue uno relacionado con el amor. Cuando un hombre y una mujer se enamoran, el cuerpo pasa por ciertas reacciones como pueden ser nerviosismo, las famosas mariposas en el estómago, inapetencia, excitación, etc. ¿Todo esto lo causan las endorfinas o es la propia excitación lo que libera esta hormona?
Se han hecho muchos estudios sobre las emociones humanas y sus efectos físicos. Una de los más conocidos fue la teoría de James–Lange, donde decía que era primero el cuerpo el que provocaba las emociones posteriores. Básicamente decía que el cerebro detectaba una estimulación que le llegaba del sistema nervioso. Luego hacía sus propios análisis y lo convertía en una emoción.
Aun así no quedaba claro que se producía primero. ¿Era el cerebro o la emoción lo primero que ocurría? Muchos pensaban que si las emociones salían de la reacción del cuerpo humano, debía haber algún órgano específico que lo provocara. Si era el caso, entonces con los conocimientos necesarios se podría provocar la misma emoción en diferentes personas. Por supuesto, estas teorías son del siglo 19, y hoy en día sabemos más cosas sobre el funcionamiento del cerebro.
2 – Carney Landis y el experimento de las expresiones faciales
A principios del siglo XX surgieron un gran número de científicos que ansiaban demostrar sus teorías. Muchas de los conocimientos que se tenían del siglo 19 no estaban del todo demostradas. Carney Landis era un psicólogo de la universidad de Minnesota y estaba muy interesado en el origen de las emociones.
Al no haber pruebas claras de lo que decía la teoría de James–Lange y otras parecidas, quiso hacer sus propios experimentos sobre las emociones humanas. Uno de sus objetivos era ver hasta que punto los cambios corporales y reacciones eran iguales para todo el mundo. Lo quiso basar en algo muy simple que mostraba las emociones de forma clara: las expresiones faciales.
Según Landis los gestos y cambios en la cara lo primero que cambiaba en una emoción. Además de eso era el modo más sencillo de hacer su estudio. Lo que el psicólogo buscaba eran patrones en las expresiones faciales que se repitieran y le pudieran dar información de cómo funcionaba en la gente.
De esta manera, Carney Landis y el experimento de las expresiones faciales se puso en marcha en 1924. Lo primero que hizo fue reclutar a un numeroso grupo de estudiantes de la universidad, donde algunos incluso ya se habían graduado. Le servirían de campo de pruebas para tener un control de emociones.
3 – La preparación del experimento
¿Cómo iba Carney Landis a desarrollar su experimento de control de expresiones? Lo que hizo fue pintar la cara de los voluntarios con líneas en ciertas partes determinadas. Servirían para maximizar cualquier emoción que mostraran y así poder detectarlo más claramente.
Todos los voluntarios tenían las mismas marcas, por lo que cualquier emoción que se mostrara sería idéntica en el grupo. Ahora solo quedaba provocar esas reacciones que mostrarían los cambios faciales. Al principio se les puso pruebas sencillas y muy básicas. Se les ponía algo de música, oler ciertos productos, decir una mentira y o leer partes de un libro.
Estas primeras pruebas no dieron muchos resultados, por lo que Landis decidió que era hora de llevar el experimento al siguiente nivel. La siguiente prueba fue mostrar a los voluntarios fotografías con contenido para adultos. A continuación las fotografías fueron cambiadas por imágenes de personas con terribles enfermedades de la piel. Esto ya empezó a provocar diferentes reacciones en la cara de los miembros del grupo.
Carney Landis se dio cuenta de que cuanto más “extremas” eran las pruebas, más datos obtenía para su estudio. Después de las fotografías hizo una prueba más física. Sin que los voluntarios estuvieran preparados, disparó una pistola al lado de ellos para comprobar su reacción. El susto del estruendo de la pistola obviamente provocó diferentes reacciones en la gente.
Curiosamente, Landis seguía sin estar satisfecho del todo. Aunque las últimas pruebas habían provocado muchas reacciones que podían incluirse en el experimento, no era suficiente. Algunos colaboradores del psicólogo dijeron que se le veía un poco decepcionado y frustrado. Aquí es cuando las cosas dieron un giro a algo más inquietante.
4 – El inquietante giro del experimento facial
Hasta el momento, las pruebas en el experimento de las expresiones faciales habían sido más o menos normales. Aparte de los disparos de la pistola, Carney Landis no se había excedido todavía. Eso iba a cambiar ya que buscaba reacciones más viscerales de su grupo de prueba.
La siguiente prueba fue también física, y les pidió a los estudiantes que metieran la mano en un cubo sin mirar. Les dijo que buscaran algo en el fondo del cubo, el cual estaba lleno de ranas vivas. La gran mayoría tuvo una reacción de asco al tocar a las ranas, pero Landis les pidió que siguieran buscando “algo” en el cubo a pesar del contacto con las ranas. Mientas tanto, varias cámaras les iba sacando fotos para plasmar sus reacciones.
En el cubo con ranas les esperaba otra sorpresa más desagradable. En parte inferior había unos cables que daban una pequeña descarga eléctrica a quién los tocara. Cuando los voluntarios los tocaban recibían un calambrazo. La cámara fotográfica también recogía este pequeño calambre, lo cual obviamente no era agradable para el electrocutado.
Las pruebas desagradables no acabaron aquí, ya que Carney Landis tenía pensada una que pondría a prueba a los voluntarios.
5 – La prueba del ratón
Después de la prueba de las ranas y las descargas eléctricas, todavía no había llegado lo peor. Carney Landis había preparado algo que no se esperaba ninguno de los voluntarios. Los que hizo fue coger ratones vivos y ponerlos en una de las manos de los voluntarios. En la otra les puso un cuchillo y les pidió que cortaran la cabeza al ratón.
La reacción en los voluntarios fue muy parecida, donde se quedaban mirando a Landis asombrados y temporalmente sin habla. Recobrados de la sorpresa inicial le preguntaban si se trataba de una broma. Lo cierto es que no era una broma, y el psicólogo les respondía que si no lo hacían ellos, lo haría el mismo frente a ellos.
Lo que buscaba Carney Landis era una reacción visceral de los voluntarios. Está claro que lo consiguió, y de hecho pudo ver más de lo que había previsto. Algunos de los estudiantes empezaron a ponerse muy nerviosos, otros a llorar desconsoladamente y algunos tuvieron ataques de risa.
La mayoría tuvieron una reacción tardía a la petición de decapitar al ratón. Después de la sorpresa hubo enfados e insultos contra Landis por lo que había pedido. Les parecía poco ético y fuera de lo que tendría que ser un experimento de este tipo. Pero esto no fue el final. Si piensas que los ratones se salvaron, te equivocas.
Tres tercios de los voluntarios cortaron la cabeza al ratón, y los que no pudieron hacerlo tuvieron que ver como Landis lo hacía. Todos los ratones fueron sacrificados en el experimento tal como Landis había previsto desde un principio. Entre los voluntarios había un niño de trece años, el cual había acabado voluntario al estar como paciente del departamento de psicología. Su reacción a la muerte del ratón fue terrible y desconsoladora.
6 – Los resultados del experimento facial de Carney Landis
Las pruebas en el experimento facial de Landis habías sobrepasado la línea ética. Eran los años veinte, por lo que no había tantos protocolos de control como ahora. Es por esto que el experimento pudo salir adelante, aunque tuvo muchas críticas y polémica por lo cruel de sus métodos. Por si fuera poco, los resultados del experimento no fueron particularmente útiles.
Básicamente las conclusiones de Carney Landis fueron las siguientes:
– Las emociones no están caracterizadas por una expresión o un patrón de comportamiento muscular.
– No se han podido encontrar expresiones faciales que identifiquen claramente emociones como se esperaba.
– Una de las cosas que sorprendió a Carney Landis fue que en todas las pruebas, la expresión facial más común fue la sonrisa. La mayoría sonrió incluso en las pruebas más duras.
– Los hombres fueron más expresivos que las mujeres.
– Landis no pudo ver reacciones corporales que identificaran con precisión emociones determinadas.
Con los años, el experimento dio lugar a otros estudios de psicología pero por otros motivos. Lo que más atrajo la atención de los científicos e investigadores es como habían reaccionado los voluntarios a la prueba. Habían obedecido las órdenes y unos cuantos habían procedido a matar al ratón. Los otros simplemente miraron, pero siguieron con el experimento después de unas leves protestas.
El experimento recordaba mucho a otro de obediencia humana llamado experimento Milgram. En esa ocasión, se animaba a los voluntarios a que electrocutaran a otras personas bajo unas órdenes dictadas. Hoy en día lo que hizo Carney Landis y el experimento de las expresiones faciales sería inadmisible.