Ya hemos hablado de momias en el pasado con muchas cosas curiosas sobre ellas. Aunque hoy en día ya no se momifica a la gente (al menos no tanto como antes), hay que reconocer que es parte de nuestro pasado. Todos recordamos las momificaciones en el antiguo Egipto, pero es una práctica que se ha hecho en muchas partes del mundo. De hecho, si te vas a cualquier continente del planeta, verás que este tipo procedimiento se ha utilizado de una u otra manera en muchas culturas.
Cuando pensamos en momias es normal que nos venga a la cabeza algún tipo de ceremonia funeraria con monjes. Este tipo de rituales solían ser realizados por sacerdotes o gente preparada para hacer el proceso de momificación. Sin embargo, existe un tipo de procedimiento llamado sokushinbutsu que consiste en la automomificación personal. El término se hizo popular debido a unos monjes budistas en Japón, los cuales practicaban el sokushinbutsu.
¿Quieres saber algunas curiosidades de la automomificación que no muchos saben? Por increíble que parezca, no es un procedimiento fácil, y de hecho se puede considerar una tortura en toda regla. Estas son algunas curiosidades de la automomificación o sokushinbutsu que te dejarán con la boca abierta.
Indice de Contenidos
1 – Los motivos de hacer el sokushinbutsu
Las momias llevan miles de años existiendo y su proceso se ha hecho de diferentes maneras. No existe un solo procedimiento ya que en cada cultura tienen su sistema. No suele ser una manera fácil de conservar un cuerpo, y hay que tener en cuenta que antes no tenían los productos químicos que existen ahora para embalsamar. Por tanto, ya de por si hacer una momificación tenía que ser hecha por expertos que sabían lo que hacían. Si hablamos de automomificación la cosa se complica mucha más.
La primera automomificación que se tiene documentada es de hace mil años, y fue en Japón. Fue realizada por un monje budista llamado Kobo Daishi, el cual había formando una secta paralela al budismo con su propia ideología. Esta secta tenía unas ideas muy particulares sobre el cuerpo y la menta, y de hecho le dedicaban más tiempo al espíritu que a su cuidado físico.
Algunas de las prácticas que tenía la secta budista de Kobo Daishi era meditar durante horas en cualquier parte, hiciese frío o calor. Esto incluía sentarse en un río helado en pleno invierno ignorando las inclemencias del tiempo. Usando la meditación conseguían ignorar el dolor y el sufrimiento del cuerpo físico, ya que era una manera de liberar el espíritu según esta secta. En el tema de comer y beber, esta secta también era bastante espartana.
Según Daishi, el siguiente paso para conseguir separar la mente del cuerpo físico era dejar el cuerpo morir. Se puede decir que era una forma de suicidio, aunque los miembros de la secta budista no lo veían así. Básicamente lo que buscaban era dejar las ataduras del mundo físico, y pensaban que se podía hacer mediante el sokushinbutsu. Consistía en convertir su cuerpo en una momia estando todavía vivos, lo cual garantizaría que su espíritu sería libre después del proceso.
2 – ¿Cómo se empieza una automomificación?
El proceso de automomificación no es sencillo, y de hecho es horrible para la persona que decide hacerlo. Hay tres fases y cada una de ellas dura tres años. Esto significa que para realizar un completo sokushinbutsu se necesitan nueve años, de los cuales seis son de preparación y puro sufrimiento. El proceso consistente en cambiar la forma de comer, o de mejor dicho, apenas comer nada que no sean frutas, frutos secos y semillas. La idea era perder toda la grasa corporal para dejarla a mínimos.
La momificación requiere que un cuerpo tenga un mínimo de agua, por lo que cuanto menos grasa mejor, ya que absorbe humedad. Por otro lado, la grasa corporal retiene el calor y eso facilita que haya bacterias. Esto lleva a una descomposición más rápida de un cuerpo, por lo que es otro motivo por el que hay que eliminar la grasa. Por este motivo los tres primeros años están dedicados a adelgazar lo máximo posible, pero sin morir en el intento.
Los tres siguientes años la dieta se vuelve más estricta, y la persona realizando la automomificación solo puede comer raíces y cortezas de ciertos árboles. Muchos pueden pensar que esto podría matar a cualquier, pero los monjes de la secta de Kobo Daishi consiguieron combinarlo con meditación y haciendo muy poco esfuerzo físico. De esta manera no gastaban energías y podían sobrevivir a esta dieta extrema. Aun así, más de un monje no pudo sobrevivir al procedimiento, o al menos lo tuvo que abandonar. Esto lo veremos más adelante.
3 – Había que asumir que se iba a estar muy enfermo
El hecho de que muchos monjes realizando la automomificación o sokushinbutsu no morían, no significaba que no enfermaran. Como se puede suponer, los efectos de la dieta y tantas horas meditando sin moverse les pasaba factura. Aunque los monjes budistas tenían un gran control sobre su cuerpo gracias a la meditación, era una continua agonía. Para hacer las cosas más difíciles, su obsesión para perder grasa les hacía beber un té sacado del árbol Urushi.
Los monjes de Kobo Daishi bebían un té sacado de la resina del árbol Urushi, el cual era tóxico. El motivo era provocar vómitos y una gran sudoración para perder toda el agua posible. Por supuesto, controlaban la cantidad que bebían para no morir envenenados antes de terminar el proceso de momificación. El té sacado del árbol Urushi no solo ayudaba a eliminar el agua del cuerpo, sino que prevenía que las bacterias e insectos se alimentaran del cuerpo después de morir.
La toxicidad de la resina del árbol Urushi hacía que el cuerpo del monje fuera venenoso para bacterias e insectos. De esta manera se aseguraban de que no se iniciase la descomposición después del fallecimiento. Por supuesto, el veneno de la resina hacía sufrir aun más a los monjes que querían hacer su automomificación.
4 – Los últimos tres años son los más extraños
La última fase dura otros tres años, y ya nos podemos imaginar el estado en que llegaban los monjes haciendo el ritual de sokushinbutsu. Después de tanto tiempo comiendo lo mínimo posible y tomando veneno del árbol Urushi, los monjes no estaban precisamente para hacer demasiadas cosas. Además de eso, la segunda fase de la automomificación terminaba en un enterramiento en vida. El monje literalmente era tumbado en un foso y se tapaba con una piedra, dejando solo unos huecos para que respirara.
Durante el tiempo que estaba en la tumba, el monje hacía sonar una pequeña campana todos los días para confirmar que aun seguía vivo. Los ayudantes del monje que había en el exterior estaban pendientes de dicha campana. Básicamente el monje se metía en la tumba esperando a la muerte, ya que solo podía respirar pero no podía comer ni beber. En el momento que no se oyera la campana, eso significaba que el monje había muerto.
Una vez que el monje había fallecido, llegaba la última fase del sokushinbutsu. Era la más sencilla ya que se dejaba el cuerpo en la tumba de piedra para que se fuera momificando sola debido a la falta de grasa corporal y la deshidratación. La resina de Urushi ayudaba a alejar cualquier insecto que quisiera dejar sus huevos en el cadáver, por lo que no había proceso de descomposición. El cuerpo se mantenía en la tumba durante tres años y después era sacado para llevarlo a un templo y exponerlo a otros fieles.
El monje momificado quedaba expuesto en el templo y admirado por otros monjes por haber completado con éxito el sokushinbutsu. El cuerpo del monje era cuidado como si fuera una estatura viviente, y servía como inspiración para otros monjes o personas que querían conseguir pasar el proceso de automomificación.
5 – ¿Cuántos conseguían la automomificación con éxito?
Una cosa es intentar realizar el proceso de sokushinbutsu y otra tener éxito. Como ya habrás visto, no es un proceso fácil ni agradable, y no todo el mundo conseguía resistirlo. Se sabe que miles de monjes intentaron emular la automomificación de Kobo Daishi, pero solo unos pocos consiguieron su objetivo. Son seis años donde hay que estar dispuesto a no comer y beber casi nada. Además de eso, buena parte de ese tiempo se está intoxicado por las infusiones del árbol Urushi.
La actividad física es mínima y son años dedicados a la meditación. Por tanto la grasa y músculos del cuerpo se ven reducidos a la mínima expresión. Para pasar por ese infierno hay que tener una fuerza de voluntad increíble, y no todo el mundo era capaz de aguantarlo. La gran mayoría de los candidatos a conseguir pasar por todo el sokushinbutsu no llegaban a terminar la primera fase. Dicho de otra manera, no conseguían llegar a los tres años de proceso de automomificación.
Otra cosa que había que tener en cuenta, es que no había garantías de que la momificación fuese a funcionar. Había muchos factores a tener en cuenta, y el clima también contribuía a que la momificación tuviese éxito o no. Se dieron algunos casos en la que los monjes se descompusieron aun pasando las tres fases completas. Esto era algo que preocupaba muchos a los monjes, ya que tanto sacrificio no garantizaba que su espíritu se liberara como querían.
6 – El sokushinbutsu se prohibió en el siglo 19
Por increíble que parezca, la automomificación se estuvo poniendo en práctica desde el siglo once en Japón. Por eso fueron miles de monjes los que intentaron realizar un sokushinbutsu completo. Como se ha dicho, algunos pocos con éxito y la mayoría sin poder llegar al final del procedimiento. Aun así, en el siglo 19 se veía esta tipo de ritual como algo horrible e inaceptable. Al fin y al cabo se trataba de un suicidio voluntario que duraba 6 años, y además de una manera inhumana.
El emperador Meiji decidió que había que parar ese tipo de rituales, los cuales no podían ser permitidos en una sociedad moderna. Por eso en 1877 decidió prohibir el sokushinbutsu y así acabar con este tipo de suicidio ancestral. Sin embargo, hubo un problema que generó mucho polémica cuando entró en vigor la prohibición. Había un monje llamado Tetsuryukai que estaba en la segunda fase de su automomificación, y quería llevarlo hasta el final.
La ley le obligaba a dejar su proceso de momificación natural mediante el sistema sokushinbutsu. Aun así, Tetsuryukai no hizo caso y en 1878 se metió voluntariamente en lo que sería su tumba para morir y empezar su proceso de momificación. El monje murió en la tumba al poco tiempo, pero al pasar 3 años el problema fue sacarlo de su tumba para llevarlo al templo. Quien intentara sacar el cuerpo de la tumba podía acabar en prisión al romper la ley del emperador.
Los ayudantes de Tetsuryukai tuvieron que robar el cadáver del monje para llevarlo al templo. Cuando abrieron la tumba comprobaron que el proceso de momificación había sido un éxito. Aun así, tuvieron que cambiar la fecha de la muerte para que fuera un delito. La momia de Tetsuryukai todavía está expuesta en el templo de Nangaku.