Aunque hoy en día la palabra radioactividad nos puede dar escalofríos por los efectos que produce, hubo una época en que no era así. De hecho, todo lo relacionado con la radiación era visto de una forma positiva ya que se pensaba que podía resolver un montón de cosas. No se estaba totalmente seguro de cómo funcionaba, pero la idea general era que valía para mover vehículos, curar enfermedades o ser usado con fines turísticos entre otras cosas. Veremos a continuación algunas maneras en las que se sacó provecho de la radioactividad, lo cual no solo era una peligroso sino una auténtica locura.
Indice de Contenidos
- Coches con reactores nucleares en el maletero
- El turismo de las bombas atómicas
- La radioactividad contra la impotencia
- El Radón para estar sano y feliz
- Agua radioactiva para estar libre de enfermedades
- Un laboratorio radioactivo para los más pequeños
- Pasta de dientes radioactiva para tener una mejor sonrisa
- Pintura radioactiva para dar chispa a la casa
- Radiación hasta en la dieta
Coches con reactores nucleares en el maletero
A finales de los años cincuenta la compañía de coches Ford anunciaron la construcción del coche del futuro. Según dijeron, no contaminaba porque ni siquiera tenía tuvo de escape. Podía viajar unos ocho mil kilómetros si parar en una sola gasolinera, por lo que iba a ser un cambio radical en la automoción. ¿Cómo quería conseguir esto? La idea era usar un pequeño reactor de fisión dentro del maletero. En un principio nadie se planteó mucho el que un accidente de coche pudiera ocasionar una fuga radioactiva. Sin embargo, esto no fue lo que paró el proyecto. La Ford no pudo crear una protección suficientemente ligera para el reactor y que fuera seguro. Para que diera una protección fiable tenía que pesar mucho, lo cual no podía soportar un coche.
El coche del futuro que habían prometido nunca llego a crearse. Lo que si se llegó a utilizar fueron bujías radioactivas. La compañía Firestone estuvo vendiendo bujías durante dos años que contenían polonio 210. Decían que funcionaban mucho mejor, aunque no acabó de convencer a la gente. Finalmente se retiraron porque simplemente no se vendían.
El turismo de las bombas atómicas
Ya hemos hablado de este peculiar turismo que existió en Estados Unidos durante los años cincuenta, pero lo volvemos a recordar. En esta década los Estados Unidos estaba en medio de una guerra fría, y pensaban que las pruebas atómicas eran casi obligatorias. Se puede pensar que la gente en los alrededores huiría lo más lejos posible de estas pruebas, pero ocurrió lo contrario. Los casinos en Las Vegas vieron en estas pruebas atómicas un gran negocio. Pusieron en marcha un tipo de turismo a esta ciudad donde se incluía hotel, entradas a espectáculos y por supuesto el poder ver explosiones nucleares en el horizonte.
Tuvo un éxito enorme y nunca se ha visto en Las Vegas la llegada de tantos turistas por un evento. No solo ponían miradores para poder ver las explosiones a distancia cuando había pruebas del ejército, sino se crearon hasta bebidas y concursos de belleza “atómicos”. Muchas cosas giraban entorno a este turismo atómico y los casinos ganaron un montón de dinero. El lado negativo es que mucha gente sufrió envenenamiento por radiación y muchas reservas de agua se contaminaron.
La radioactividad contra la impotencia
Si se tenían problemas de impotencia no había ningún problema… la radioactividad llegaba al rescate. En los años veinte salieron unos cuantos tratamientos contra la disfunción eréctil usando radiación. Uno de los más curiosos fueron los supositorios Vita Radium, los cual costaban mil dólares la caja en aquellos tiempos. Era mucho dinero pero aseguraba acabar con cualquier problema sexual que se tuviera. Se vendía junto a un preservativo también radiado que brillaba en la oscuridad. Puede parecer una locura, pero esto se vendió en la década de los veinte.
¿Cómo funcionaban estos supositorios? El método de uso era ponerse este “medicamento” la noche anterior a tener relaciones. De esta manera la persona estaba “cargada” al día siguiente para tener relaciones. Era entonces cuando había que usar los preservativos radioactivos. Como te puedes imaginar, hubo varios problemas con este tratamiento. Tanto los preservativos como los supositorios, desaparecieron del mercado porque no funcionaba. También tuvo algo que ver la incidencia de cáncer de vejiga en los que lo usaban.
El Radón para estar sano y feliz
Hubo un tiempo en que muchos creían que respirar gases radioactivos era algo muy bueno para la salud. ¿Como se pueden respirar este tipo de gas? Pues usaban unas minas de Radón que había en Montana, donde podían pasar diez días respirando gas de Radón y bebiendo agua radioactiva. Estos viajes se anunciaban como el último descubrimiento para librarse de todas las enfermedades. No se sabe muy bien como surgido la idea de que metiendo a gente en una mina con radiación era bueno para ellos, pero durante un tiempo fue como ir a un spa o alquilar una casa rural.
En temas de salud, también tuvo bastante éxito un marca-pasos que funcionaba a base de plutonio. Lo cierto es que estos marca-pasos funcionaban bastante bien y duraban mucho más años que los que tenemos en la actualidad. Los usados con pilas de litio duran de diez a quince años, mientras que los de plutonio podían durar más de cuarenta. Sin embargo, se dejaron de fabricar porque eran muy caros. Con esto, nos vamos al siguiente producto de salud usando radiación.
Agua radioactiva para estar libre de enfermedades
La locura de la radiación y su uso en cualquier cosa parece que tocó fondo con el Revigator. Era una jarra que administraba el “saludable” poder del uranio para curar casi de todo. La publicidad decía que podía curar la artritis, la demencia senil o incluso los problemas de flatulencias entre otras cosas. Lo que no contaba la publicidad era que aparte del uranio, la jarra también liberaba arsénico y plomo en el agua. Se podía comprar en muchas tiendas y llevar a casa para beber esta agua “milagrosa”. Se vendieron miles de unidades y fue muy popular durante un tiempo, hasta que empezaron los problemas.
Un laboratorio radioactivo para los más pequeños
También hemos hablado de este producto en flipada.com, pero es que merece la pena volver a recordarlo por lo bizarro que es. En los años cincuenta y principios de los sesenta algunos juguetes permitían a los niños acercarse a la radioactividad. Uno de los más curiosos fue un laboratorio de energía atómica, que era un Kit. que contenía uranio y radio, y se podían hacer varios experimentos con ello. Otra variedad del juguete más cara tenía hasta cuatro tipos de uranio. Por fortuna, estuvo poco tiempo en el mercado dado el riesgo que tenía.
Al cabo de cierto tiempo la gente comenzó a enfermar y hubo muchos casos de cáncer entre los clientes de estas jarras. El caso que acabó con este siniestro negocio fue el de un hombre que tras usar la jarra durante mucho tiempo tuvo un cáncer de mandíbula, la cual literalmente se le cayó. Esto tuvo un fuerte impacto en la opinión pública y la jarra de uranio fue retirada del mercado.
Pasta de dientes radioactiva para tener una mejor sonrisa
Los usos de la radiación se llevaron incluso a la higiene bucal. Durante la segunda guerra mundial los alemanes sacaron al mercado el único dentífrico que estaba fortificado con Torio. Se trataba del Doramad Radioaktive Zohncreme. Se anunciaba como la única pasta de dientes que podía destruir las bacterias de la boca y dejar los dientes blancos y sanos. Usándolo no habría caries que lo resistiese. Miles de personas se lo creyeron y lo empezaron a usar. Como podrás suponer, es mala idea ponerse productos radioactivos en la boca.
No solo se podía encontrar radiación en estos productos de limpieza. También hubo productos para limpiar las manos y dejarlas totalmente libres de gérmenes. También los productos de belleza probaron con la radiación, donde uno de los más conocidos fue el Tho-Radia en Francia. También otros países sacaron sus propios productos para maquillarse usando torio y radio en sus componentes. Estos productos habían desaparecido a finales de los años treinta.
Pintura radioactiva para dar chispa a la casa
Por increíble que parezca, a principios de los años veinte la pintura radioactiva se puso de moda. La idea era que las paredes brillaran en la oscuridad, dando un efecto bonito y peculiar. Esta pintura contenía radio-226 y también se usaba para hacer brillar muchas otras, como manecilla de reloj, relojes de pulsera, diferentes tipos de equipamiento, etc. Se usó este producto radioactivo hasta la saciedad, la pintura no solo era para las paredes. Muchas pintaban sus esculturas con radio-226, o cualquier otra cosa que querían que brillara al caer el sol.
Era sin duda una práctica peligrosa. De hecho, muchos años después se hicieron pruebas con detectores de radioactividad en casas pintadas de este modo. Los detectores dieron niveles altos y peligrosos de radiación en las casas. En algunas comprobaron que los niveles eran parecidos a ciertas zonas contaminadas de Chernobil.
Radiación hasta en la dieta
Para terminar, contaremos otra locura que se hacía habitualmente en décadas pasadas. Había alimentos que contenían radioactividad puesta como otro ingrediente más. Para empezar, fue muy popular comer pan radioactivo, el cual podía hacerse con el agua usada en el Revigator que hemos comentando antes. Había también un chocolate radioactivo llamado Radium Schokolade. Se pensaba que el radio le daba un valor nutritivo más alto.
En muchas granjas también se creía que el poder de la radiación podía mejorar sus productos. En algunas se alimentaba a los animales con radio para mejorar los productos lácteos o los huevos en el caso de las gallinas. Al final de los años 30 el gobierno puso fin a estas irresponsables prácticas que solo llevaban a la enfermedad y la muerte.