Casi todo el mundo conoce la historia del USS Indianápolis gracias a la película de Spielberg “Tiburón”. La escena de del capitán Quint contando su experiencia en este destructor es una de las escenas más famosas de la película. Básicamente contaba como el barco fue hundido por un torpedo y los marineros quedaron a la deriva frente las severas condiciones del mar y un buen número de tiburones. Este terrible hecho ocurrió en realidad y no fue algo escrito para la película de Spielberg. Lo cierto es que lo que tuvieron que pasar los marineros es más terrible que cualquier película pueda contar.

Este buque de guerra tenía como misión llevar partes importantes de la bomba atómica que iba a ser lanzada en Hiroshima. Un submarino japonés interceptó al barco y con unos certeros torpedos el barco comenzó a hundirse. No es de extrañar que esta tragedia fuera ocultada durante tanto tiempo. La segunda guerra mundial estaba a punto de acabar y solo quedaba Japón para ser derrotada. Las historias de muertes horribles no era lo que América quería escuchar., Lo cierto es que tuvieron que pasar un infierno por los testimonios de los supervivientes.

1 – El USS Indianápolis ya tenía problemas antes de ser hundido

El USS Indianápolis era un crucero pesado que entró en la guerra desde el ataque a Pearl Harbor. El presidente Roosevelt viajó varias veces en este barco de guerra y era uno de sus favoritos. Estuvo en varias batallas marítimas y aunque fue dañado y murieron muchos tripulantes durante su servicio, fue muy efectivo durante varios años. Sin embargo, no era precisamente nuevo y hubo varios errores. Cuando el USS Indianápolis tuvo la misión de llevar partes de la bomba atómica el capitán pidió escolta. El apoyo de otros barcos fue descartado y esto fue una de las causas que la tripulación quedara abandonada durante días.

La mayoría de la tripulación estaba durmiendo cuando un torpedo alcanzó el USS Indianápolis el 30 de julio de 1945. Era de noche y el torpedo hizo un gran agujero que hizo que un tanque de combustible se incendiara. Un segundo torpedo alcanzó de pleno el barco casi partiéndole por lo mitad. En poco más de diez minutos el crucero de guerra se hundió. Dio tiempo a enviar un mensaje de socorro pero no lo recibió nadie. De los 1990 tripulantes que iban en el barco, solo 900 llegaron al agua antes de que el barco se hundiera. Muchos tenían quemaduras y heridas muy graves. El agua estaba lleno de combustible lo cual impedía que respiraran bien.

2 – El problema de los tiburones

Según algunos supervivientes, los tiburones ya aparecieron a la mañana siguiente del hundimiento. La sangre de los heridos y toda la agitación de los marineros atrajeron a cientos de escualos. Muchos de los supervivientes no habían tenido tiempo de ponerse el chaleco salvavidas, por lo que chapoteaban continuamente en el agua. Los tiburones al principio se alimentaron de los muertos que había en el agua. Más tarde no se conformaron con eso y empezaron a atacar a los vivos. Los que habían sobrevivido a la noche anterior decidieron juntarse en grupos grandes para defenderse de los tiburones.

Aunque el juntarse en grupo ayudó mucho a mantener a raya a los escualos, no fue suficiente. El marino Edgar Harrell que sobrevivió a la tragedia dijo que el estaba en un grupo de unas ochenta personas. Se pudieron fijar que los tiburones solían atacar antes a los hombres que se alejaban del grupo. Según dijo, de vez en cuando se podía escuchar un gripo y alguien desaparecía bajo el agua. Al rato aparecía el chaleco salvavidas pero ni rastro de la persona. Según declaró Harrell, al cuarto día de los ochenta hombres solo quedaban 17 en su grupo.

3 – Los tiburones no eran el único problema

Aparte de las bajas que estaban produciendo los tiburones, había otros problemas con los que se enfrentaban los sobrevivientes. Por el día el calor era infernal y por la noche hacía mucho frío. La deshidratación hacía que los sobrevivientes se llenaran de quemaduras del sol y llagas. La falta de saliva les provocaba fuertes ataques de tos- En estas condiciones las alucinaciones no tardaron en llega.

Algunos veían japoneses o creían estar en casa con sus familiares y amigos. Otros nadaban hacía islas imaginarias que veían a lo lejos. Algunos se ahogaban y otros eran atacados por los tiburones al alejarse de los grupos. Otros no aguantaban la sed y bebían agua salada, lo cual empeoraba su situación.

4 – Tuvieron que ver como muchos compañeros morían

Los chalecos salvavidas mantuvieron a muchos a flote en un principio. Hubo muchos casos de compañeros que quedaban a la deriva del grupo al desmayarse. En muchos casos los propios compañeros los volvían a acercar al grupo para su seguridad. Sin embargo, muchos ya habían perecido por las duras condiciones o por los depredados que había bajo el agua. En algunos casos la parte inferior del soldado había desaparecido. En estos casos se les quitaba el chaleco para dársela a alguien que no tenía.

5 – Hubo muchas peleas entre los supervivientes

El horrible calor y la falta de agua y alimentos hicieron que muchos enloquecieran antes que otros. Al haberse hundido el USS Indianápolis tan rápido dio poco tiempo para soltar los botes salvavidas. Solo unos pocos fueron lanzados al agua y estos botes se convirtieron en un motivo de lucha para estar fuera del agua. Cuando los tiburones aparecieron la primera mañana los botes se convirtieron en un codiciado tesoro. Algunos botes simplemente se alejaron de los grupos para no ser invadidos y perder su ventaja.

Sin embargo, ni siquiera en los botes estaban a salvo. Con el paso de los días y debido a la falta de agua y el calor, los estallidos de violencia eran frecuentes en los botes. Hubo peleas con cuchillos en los botes, muchas veces pensando que sus compañeros eran realmente espías japoneses. Estas paranoias acabaron con muchos soldados que estaban a salvo en los botes.

6 – La desesperación de no ver el rescate

Una de las esperanzas que tenían los hombres de USS Indianápolis era que los rescatarían en poco tiempo. Lo cierto es que no fue así. Los torpedos habían destrozado la energía del barco, y aunque dio tiempo a enviar un mensaje de socorro, no fue suficiente. Ningún barco en la zona respondió al mensaje de auxilio. Al pasar los días, muchos supervivientes empezaron a ver luces donde no las había y pensaba que ya había llegado e rescate. Alguna vez pasaba un avión, pero iba demasiado alto para poder verlos. Algunos hombres decidieron suicidarse quitándose el chaleco y hundiéndose en el mar.

7 – Por fin llegó el rescate tan esperado

Los supervivientes siempre recordarían el nombre de Adrian Marks, el piloto que vio uno de los botes salvavidas. Iba en un hidroavión capaz de aterrizar en el agua. Dio algunas vueltas para ver hasta que punto había sido el desastre. Cuando pudo ver como uno de los hombres era atacado por un tiburón de punta blanca, decidió saltarse las órdenes y aterrizar. Una vez en el agua y fue recogiendo a todos los que podía. Aunque no cabían en el hidroavión, la idea era agrupar al máximo número de personas posibles. Se usaron incluso cuerdas de paracaídas para atar a los supervivientes a las alas del hidroavión.

El hidroavión ya no podía despegar por lo que Adrian Marks pasó la noche con los supervivientes. Esperaron al destructor de la armada Cecil J. Doyle al cual ya había avisado por radio. Su heroico comportamiento salvó un buen montón de vidas.

8 – El rescate final

De los 900 hombres que habían sobrevivido el ataque con torpedos del submarino, solo 217 pudieron ser rescatados. Los expertos dictaminaron que la mayoría de los hombres murió de deshidratación y exposición a los elementos, y por supuesto los tiburones. De hecho, la tragedia del USS Indianápolis es considerada hasta hoy el mayor ataque de tiburones en humanos de la historia.

Según muchos supervivientes, uno de los peores momentos de los días que pasaron en el mar fue precisamente cuando iban siendo rescatados. El esperar su turno ara ser sacados del agua fue de los momentos más horribles. Algunos murieron en el proceso. Al haber estado tanto tiempo en el agua salada, muchos supervivientes tenían la piel suelta y blanda. Se dieron casos de desprendimiento de la piel al intentar subirlos al barco, dejando los huesos al aire. Los marineros no podían subir a los barcos por si solos al estar extenuados. Se usaron sobre todo cuerdas y arneses para poderlos subir a todos.

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