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¿Sabías que hay personas que se operaron ellas mismas?
Ha mucha gente le dan miedo las operaciones quirúrgicas, lo cual es normal. A nadie le gusta que le anden tocando con bisturís, sierras y otros instrumentos afilados, aunque sea por nuestro bien. Lo cierto es que vivimos en una época donde realmente no nos podemos quejar. Hace solos unas décadas la anestesia estaba en su infancia y antes de eso la gente tenía que morder algo para aguantar el dolor. Por supuesto, también está el miedo de de no superar la operación, complicaciones e incluso el dolor aun habiendo anestesia. ¿Qué piensas si te decimos que hay personas que se operaron ellas mismas? Por supuesto, no hablamos de sacarse una astilla, sino algo más importante.
En algunos casos las operaciones se han hecho porque no ha quedado más remedio. Sin embargo en otras el propio cirujano lo hizo voluntariamente para probar algo. En todos los casos, no puede haber anestesia ya que deben saber exactamente lo que están haciendo. Bueno, por lo menos no anestesia general en algunas situaciones. Te contamos casos reales de personas que se operaron ellas mismas y vivieron para contarlo.
1 – La terrible experiencia de Aron Ralston
Empezaremos por el caso de Aron Ralston, el cual muchos recordarán si les gusta el cine. Se hizo una película sobre lo que le pasó a este joven llamada “127 Horas” dirigida por Danny Boyle y protagonizada por James Franco. En el año 2003 estaba haciendo senderismo por un solitario cañón de Utah. Esto incluía trepar por escarpados túneles y laberintos como si fuera un divertido paisaje lunar.
Cuando estaba subiendo por una pared resbaló provocando un pequeño derrumbamiento. Tuvo la mala suerte de que una pesada roca se soltara y le dejara el brazo derecho aprisionado entre la roca y la pared. Ralston intentó por todos los medios soltarse pero le resultó imposible. La mano y parte del antebrazo estaban encajados por la roca. Llevaba una navaja de bolsillo e intentó desgastar la roca para ver hacia hueco, pero todo fue inútil.
El problema que había era que no había dicho a nadie que iba al cañón. No le iban a rescatar, por lo menos a corto plazo, y la zona en donde estaba atrapado no era un lugar transitado. Tenía agua y algo de comida en su mochila, además de algunas herramientas por lo que se acomodó como pudo y se dispuso a esperar que pasara alguien. Pasaron las horas y luego los días y nadie acudía a ayudarle. El brazo se le empezó a descomponer por la falta de riego y la infección amenazaba con matarle en poco tiempo.
La decisión de amputarse el brazo
Había pasado más de cinco días y Aron Ralston asumió que iba a morir en ese cañón. Ya no tenía agua y la infección le estaba debilitando mucho. Tenía que hacer algo y la única esperanza de salir de ahí era perder el brazo. Tenía que cortarse el mismo el brazo por mucho que le horrorizara. Solo tenía su navaja de bolsillo y quedaba el problema de aserrar el hueso.
Empezó cortando alrededor del antebrazo, atravesando carne, tendones y nervios. Al llegar a los huesos del antebrazo utilizó su propio peso para partirlos. Según contó más tarde la agonía fue indescriptible. El dolor era insoportable sobre todo cuando tenía que cortar algún nervio. Cuando quedó liberado de la roca, hizo una foto del miembro amputado y salió a buscar ayuda. Una familia le encontró más tarde y llamaron a urgencias. Gracias a su valentía y esta operación que si hizo sigue vivo.
2 – Jan De Doot y su Cistolitotomía
En este caso el que se hizo una operación a si mismo era un simple herrero llamado Jan De Doot. Se hizo una Cistolitotomía abierta para sacarse una piedra en la vejiga. Ya había pasado por dos operaciones similares, las cuales fueron muy dolorosas. Era el año 1651 y estas operaciones se hacían con rudimentarios instrumentos que asustarían al más valiente. Una de estas herramientas era un cortador de piedras, para partir la piedra de la vejiga y pudiera salir. No quería pasar por ese trance de nuevo por lo que decidió no hacer nada.
Sin embargo, con el tiempo la piedra de la vejiga le fue molestando cada vez más. Llegó un momento en que el dolor era insoportable. Aun así, dijo que no iba a pasar por esa operación quirúrgica de nuevo, por lo que decidió operarse el. Antes de la operación hizo marchar a su mujer y llamó a su hermano para que le ayudara.
Su hermano le sujetaba el escroto mientras Jan De Doot se hacía una incisión para llegar a la vejiga. El agujero que hizo no era lo suficientemente grande, por lo que el herrero tuvo que hacer sentadilla para hacerlo más grande. Una vez que el agujero ya era mayor, sacó la piedra con dos dedos, Luego llamaron a un médico para que cosiera el corte. La piedra era del tamaño de un huevo de gallina, pero Doot dijo que había merecido la pena hacerlo de esa manera.
3 – La amputación de Zheng Yanliang
Aron Ralston no es el único que se ha hecho una auto amputación. Un granjero chino llamado Zheng Yanliang se tuvo que cortar su propia pierna con una sierra. Se le había engangrenado y estaba en un estado muy malo. Había ido al hospital con anterioridad pero la operación costaba mucho dinero y no lo tenía. Se fue a casa mientras la infección seguía extendiéndose. Al cabo de unos meses la pierna estaba totalmente podrida con gusanos y se podía ver el hueso en varias parte.
Finalmente Zheng Yanliang decidió cortarse la pierna ayudándose con un cuchillo y una sierra. Lo hizo en veinte minutos y sin anestesia. Lo único que utilizó para aliviar el dolor es morder un palo. La historia llegó al gran público causando un gran impacto. Su pierna izquierda también estaba enferma, y cuando llegó el momento de cortársela, la gente donó el dinero para hacerlo.
4 – Operarse de apendicitis
Este caso ocurrió en los años sesenta donde un joven doctor de la Unión Soviética llamado Leonid Rogozov tuvo un ataque de apendicitis. Se diagnosticó el mismo pero el problema era que estaba en una estación en la Antártica y en pleno invierno. Estaban totalmente aislados y Rogozov era el único médico en el lugar. No podía pedir ayuda ni ir a un hospital. Con el tiempo podía tener una peritonitis por lo que había que operar con urgencia.
Rogozov decidió que se tenía que operar el mismo. Le dijo a sus compañeros de la estación lo que tenían que hacer mientras se operaba de apendicitis. Les dio tantos detalles que incluso les dijo lo que tenían que hacer si se desmayaba. No podía ponerse anestesia general ya que tenía que estar muy despierto. Eso si, usó anestesia local en su abdomen. Sin embargo, eso anestesiaba la parte exterior pero no la interior. La operación duró unas dos horas y casi se desmaya en varias ocasiones. Finalmente la operación fue un éxito y en un par de semanas estaba en activo.
5 – Cambiarse de sexo uno mismo
Esto ocurrió hace unos nuevo años y se trata de un hombre llamado Roland Mery. Fue en Inglaterra y estaba desesperado por una operación de cambio de sexo. Había pasado por los procedimientos previos a una operación como esta, pero le dijeron que tenía que esperar dos años. No aceptó esperar tanto tiempo y decidió hacer la operación el mismo. Se tomó un bien número de calmantes y se fue al baño. Con unas herramientas caseras se cortó los genitales. Curiosamente estaba casado y le gritó a su mujer que lo había hecho y que llamara a una ambulancia.
Los paramédicos llegaron a la casa de Roland Mery y lo trasladaron al hospital. Curiosamente los médicos le dijeron a Mery que había hecho un buen trabajo. Parece que no lo hizo en un arrebato, sino que había estudiado como hacer la operación a conciencia. Al principio se acusó a su esposa de haberlo hecho, aunque luego comprobaron que había sido el mismo.
6 – Otra operación de apendicitis
Aunque hemos puesto primero a Leonid Rogozov, hubo un médico llamado Evan O’Neill Kane que ya se había operado de apendicitis en los años veinte. La diferencia es que lo hizo voluntariamente y con un equipo médico a su alrededor. Era el jefe cirujano del hospital por lo que tenía autoridad para hacerlo. Lo que pasó es que estaba en el quirófano esperando para operarse. Como el cirujano tardaba demasiado, decidió operarse el mismo.
Les dijo a los médicos que había en el quirófano que no intervinieran a no ser que fuera necesario. Se incorporó con unas almohadas puestas en su espalda y se aplicó anestesia local. Empezó a operarse ayudado con unos espejos para ver lo que hacía, En media hora había acabado sin problemas. El único susto se lo llevó una enfermera cuando un intestino se le salió de la herida. El doctor tranquilamente se lo volvió a colocar y siguió operando.
Once años más tarde el doctor Evan O’Neill Kane quiso repetir la jugada pero esta vez con una hernia. Se operó el mismo pero no salió tan bien como la primera operación. Las cosas se complicaron y le entró una neumonía que le acabó matando. Lo cierto es que hay que tener valor para ser una de esas personas que se operaron ellas mismas, como ya habrás visto.