No hace tanto tiempo el negocio de los huesos era algo que estaba en su máximo apogeo, y era realmente un buen negocio. El mercado era importante en varios sectores de la sociedad, sobre todo en la comunidad médica. La venta de huesos era otra forma de comercio en hospitales e incluso en ciertos círculos de arte. Los ladrones de tumbas tenían el salario asegurado gracias a este tipo de comercio. Incluso en los campos de batalla muchas personas se dedicaban a recoger a los muertos solo por sus esqueletos, los cuales podían vender luego a buen precio.
Te contamos algunas cosas interesantes sobre el comercio de los huesos en el pasado. De hecho, en el presente todavía hay negocio en este tema, sobre todo para los coleccionistas.
Indice de Contenidos
1 – Aceite sacado de los esqueletos
En el año 1880 hubo una curiosa forma de sacar tajada de los huesos humanos. Estamos hablando de una época no muy lejana, pero que fue totalmente legal. Fue en la ciudad de Nueva York y la persona que puso en marcha este negocio fue Maitre Mazzur. Lo que hacía tan única a esta persona era que podía extraer el “aceite de los huesos humanos”. Con esto se conseguía que los esqueletos no olieran mal. Lo hacía de una manera muy secreta para que nadie pudiera imitar el procedimiento.
En aquellos tiempos muchos médicos compraban esqueletos para sus consultas o en salas de hospitales. El problema era que normalmente acababan oliendo bastante mal. Maitre Mazzur había estudiado en París donde estaban los mejores “fabricantes” de esqueletos. Se llevó sus técnicas aprendidas a Estados Unidos y por supuesto no le reveló estas técnicas ni siquiera a sus ayudantes. De hecho, la mayoría de sus esqueletos eran importados de Francia y se hizo rico vendiéndolos a hospitales, universidades e incluso a artistas.
2 – El proceso para preparar los esqueletos
La forma en que los esqueletos se preparaban en Francia era algo que no era muy agradable. Lo primero era operar sobre un cadáver como si fuera una autopsia. De un modo quirúrgico se quitaban todos los tejidos del cuerpo incluyendo músculos y grasa. El esqueleto tenía que quedar los más limpio posible. Una vez hecho esto los huesos se metían en ollas para ser hervidas. En este proceso había que estar vigilando constantemente para no pasarse al ser hervidos. Se corría el peligro de que se transformaran en gelatina. El siguiente paso era ponerlos al sol, lo cual hacía que se secaran y saliera el aceite que había dentro.
El paso final era darles brillo usando productos como el benceno, éter y otros productos parecidos. Este método era la fórmula secreta que usaban en Francia y que el resto del mundo quería conocer. Fue muy popular porque los huesos no se volvían amarillos y por supuesto no despedían ningún mal olor. Antes de ser vendidos había que unir el esqueleto con alambres para quedara de una pieza. Luego al colgarlos se podían mover de la misma manera que lo hacían cuando estaban vivos.
3 – La calidad de los huesos era importante
Al igual que en cualquier negocio, hay productos de mayor o menor calidad. Los médicos tenían diferentes precios a la hora de pagar por los huesos que compraban. Algunas de las piezas eran más valoradas que otras y la calidad también era un factor importante. De hecho, había un comercio donde se vendían “paquetes de huesos” de diferente procedencia a finales del siglos XIX. En aquella época algunos de estos paquetes podían pagarse a más de mil dólares, lo cual era mucho dinero entonces.
Había también paquetes de huesos de más baja calidad, los cuales estaban formados por varios donantes diferentes. La calavera podía ser una persona, la pierna izquierda de otra y así sucesivamente. Estos paquetes mezclados de piezas óseas eran muy comunes en el negocio de los huesos. No solamente se vendían a hospitales o universidades para su estudio. Muchos espectáculos de teatro compraban estos huesos como decoración.
Un compuesto de huesos variados podía valer uno 100 dólares de la época siempre que fueran reales. Los huesos falsos de imitación hechos con pasta de papel endurecido eran más baratos.
4 – Las guerras eran una buena fuente para el negocio de los huesos
Londres a finales del siglo XIX tenía su propio comercio de huesos y las mayores fuentes eran hospitales y morgues. Los cuerpos de personas que no eran reclamadas servían para estudiar anatomía y luego los esqueletos eran conservados para más estudios. El problema es que no había suficientes cuerpos para tanta demanda. Por este motivo, las guerras eran uno de los mayores recursos para tener cuerpos disponibles. Esto fue especialmente verdad en la batalla de Omdurman debido a un escándalo que salió a la luz. Varios periódicos demostraron que un gran número de cuerpos en la batalla de Omdurman estaban acabando en el mercado de huesos.
Los que manejaban el negocio de los huesos en aquella época tuvieron que declarar que ningún soldado británico estaba siendo usado para este fin. Los cuerpos que estaban siendo usados era de los enemigos que habían caído en la lucha. De hecho, aseguraron que era de una calidad muy buena por su genética. Aun así, hubo un gran escándalo por la forma tan irregular que se conseguían cuerpos. Curiosamente había algo cierto en lo que afirmaban. Por lo visto la calidad de los huesos de los británicos no era la mejor. Muchos culpaban la dieta que tenían, la cual no era la mejor.
5 – Poner tu esqueleto a la venta era posible
A principios del siglo XX había una forma de ganar algo de dinero rápido si había necesidad. Vender el propio esqueleto para ser usado al morir era algo muy común en aquella época. En algunos casos era una forma de dejar dinero a la familia en el lecho de muerte. Cuando una persona iba a morir por enfermedad o accidente, se le daba la opción de vender su esqueleto para la ciencia. En muchos casos era la mejor manera de dejar una herencia a los seres queridos, sobre todo si ser era pobre.
Una variación de este negocio también se hizo muy popular, aunque su legalidad estaba en entredicho. Muchos exploradores y aventureros volvían a sus países con muchos objetos diferentes, incluidos huesos de indígenas. Estos huesos se solían vender muy bien, lo cual creó un negocio que pedía cada vez más de estos sin importar de donde vinieran.
6 – Calaveras de criminales
En Francia existía la norma de guardar las calaveras de los criminales que habían sido ejecutados. Esto era posible porque la mayoría de los criminales no eran reclamados por los familiares al morir. A principios del siglo XX había varias “bodegas” donde se guardaban las calaveras, siendo París donde estaba la más grande. Cada calavera era etiquetada con el nombre del criminal y la fecha de ejecución. Estas calaveras podían ser compradas o alquiladas.